En respuesta indirecta a lo dicho ayer por Salvador García Soto (El Universal), Manlio Fabio Beltrones comunicó abiertamente que dejaría la dirigencia del PRI. En su declaración puntualizó dos cosas: el claro y diáfano mensaje que dieron los electores el pasado 5 de junio, «castigando políticas equivocadas o a políticos que incurrieron en excesos, que no tuvieron conductas transparentes y que no actuaron de manera responsable», y el peligro al que se enfrenta el proyecto de nación del s.XXI, un proyecto de corte modernizador. Salvador García Soto vuelve a escribir sobre el tema. ¿El título de su columna? «Peña prefirió a Duarte; sacrifica a Manlio». Yuriria Sierra (Excélsior) se encarga de redactar la trayectoria y el perfil político de Beltrones, quien, asegura, «es un animal político de pies a cabeza».
Respecto a lo ocurrido en Nochixtlán, y ante una gran cantidad de buenas conciencias pidiendo diálogo, Macario Shettino (El Financiero) se pregunta «por qué debe dialogarse con quien cierra por una semana una autopista o el acceso a una refinería». Acaso, dice, ¿hay leyes diferentes en México, que promueven el diálogo con estas personas mientras desprecian a todos los demás? ¿Con qué derecho pueden hacer del resto de la población lo que gusten? Sergio Sarmiento (Reforma) aprovecha su espacio para comparar a México con NY, solamente en el ámbito referente a las manifestaciones. Allá, comenta, hay plena libertad de expresión, siempre y cuando —y esto es clarísimo— no afectes la movilidad de terceros. Es decir, uno o muchos pueden manifestarse si lo hacen por la banqueta, sin sonido amplificado y dejando libre la mitad de la acera para el paso peatonal. Si se quiere utilizar una avenida, primero hay que descargar un formato de petición, llenarlo y entregarlo en el Departamento de Policía. Si ellos consideran que la manifestación no afectará considerablemente al tránsito y a los vecinos, se lleva a cabo. Si no, ni modo. Acá, en cambio, la policía intercede cuando ya es demasiado tarde. El tema, concluye Luis Cárdenas (El Universal), rebasa por mucho a la SEP de Aurelio Nuño; no es la ventanilla. «La CNTE es hoy, debió serlo siempre, un tema de seguridad nacional. Así funciona en todo el mundo: hay un brazo político y un brazo armado al que no siempre puede controlar el brazo político».