En El Financiero, Enrique Quintana escribe una columna en torno al BREXIT momentos antes de conocer los resultados. No obstante, hoy lo supimos, Gran Bretaña optó por abandonar la Unión Europea. En este caso, recomienda, «probablemente sería necesario [en México] un aumento inmediato de las tasas de interés, subastas amplias de dólares y probablemente el anuncio de mayores recortes en el gasto público para este año o para 2017 […] Todo ello en el ánimo de estabilizar el mercado cambiario y evitar una devaluación desordenada de nuestra moneda». No lo dice, pero se intuye: esto gracias a una reacción emocional.
«Menos en México, en donde el régimen de la Revolución hizo de la ilegalidad una virtud: la negociación.» Sobre el aún enardecido tema de Nochixtlán, Oaxaca y la CNTE, Macario Schettino (Excélsior) busca respuestas en nuestra historia. Escudriña nuestro proceso de modernización, tardío; increpa el dominio español que nos alejó, encarándonos, de la Reforma Protestante, y reprocha el ánimo evasivo de la independencia que rehuyó a las ideas liberales de Napoleón y la Revolución Francesa. En estos guiños históricos encuentra el trasfondo de nuestra ilegalidad; las pisadas al poco respeto que hoy mostramos a nuestro marco jurídico.
Enrique Cárdenas Sánchez (El Universal) plantea, respecto a la lucha contra la corrupción, una pregunta simple mas determinante: ¿Se está, o no se está? «En estos momentos de decisión, parece que hay que definirse. O se está a favor de la lucha contra la corrupción, con la implicación que ello llevará —con el tiempo— a un cambio de régimen, o simplemente se prefiere aguantar a que pase el momento con la esperanza de que la bomba estalle al siguiente en turno».
Por último, Daniel Saldaña París (Máspormás) parte de la escurridiza y versátil selección de libros que las librerías independientes utilizan con el fin de acomodar atractivamente su estantes, para elaborar una crítica: en México no tenemos librerías independientes, «sólo quedan cadenas (del gobierno, como el FCE; o privadas, como Gandhi) con trabajadores que van y vienen y que podrían vender libros o helados». Y si las hay, conjura, sirven sobre todo para vender libros de arte con más portada que lomo y organizar cocteles.