Sergio Sarmiento (Reforma) sentencia una carencia rotunda del gobierno mexicano: «[…] los gobernantes tienen pavor al uso legítimo de la fuerza». Propone, posiblemente, una estela de culpa que data de la represión estudiantil del ’68, mas no convence: lo que se huele es cobardía, mesas de negociación. Un hito que en lugar de fracturar —y sanar— palía, esconde. «Al final, un gobierno que quiera mantener su autoridad tendrá que usar la fuerza pública para impedir violaciones a la ley, como bloqueos, robos de vehículos, secuestros de personas o humillaciones públicas de maestros y policías».
El mismo tema genera reacciones distintas. Francisco Garfias (Excélsior), ante la sangre que dolosamente se ha derramado por el conflicto, aboga por dialogar. El Presidente Enrique Peña Nieto, en conversación con estudiantes canadienses, ya lo dijo: «[…] hablar no significa claudicar y sí, en cambio, darse una oportunidad de evitar balas y garrotazos que enlutan y lastiman a la sociedad…». Garfias comulga con él, pero va un poco más allá: ahora, después de haberse concedido el diálogo, «la CNTE debería hacer un gesto contundente: desbloquear el abastecimiento de las tiendas Liconsa y Diconsa en Oaxaca». Incluso, afirma, la Iglesia ya se sumó al dramático llamado.
En Milenio, Carlos Marín devela una serie de organizaciones involucradas en el sabotaje a la movilidad y al abasto social que mantiene la CNTE. ¿Qué característica tienen en común? Oaxaca las dejó de amamantar hace dos meses. Entre todas sumaban una cantidad de casi 300 millones de pesos al año. «Ni “mentores” ni “luchadores sociales”: vividores», concluye.
Por último, la columna de opinión de Pablo Hiriart (El Financiero) queda complemente esclarecida en su título: «El fascismo de AMLO y la CNTE».
*Como comodín, una columna que si bien toca temas como el Brexit o México, va mucho más allá de estos. Mauricio Merino (El Universal), doctor en Ciencia Política por la Universidad Complutense de Madrid, habla sobre el miedo. El miedo al cambio; el miedo a las reformas sociales y duraderas; el miedo al otro; el miedo, incluso, a uno. Utilizando una frase bastante conocida… Hay un fantasma que recorre Europa y el mundo: el miedo.