«La Reforma Educativa busca recompensar los comportamientos que son fructíferos para la educación de los niños, pero una torpe implementación, y la capacidad política de los maestros afectados, unos usando las marchas y los plantones, los de la CNTE, los otros, los del SNTE, sólo presionando a un gobierno contra las cuerdas, están por lograr diluir la reforma.» Carlos Elizondo Mayer-Serra (Excélsior) compara la corrupción interna de la policía mexicana, y el equilibrio que con el tiempo han implementado, con la estructura detrás de los maestros en pugna: «Cualquier intento por modificar este equilibrio sin el cuidado debido puede tener efectos contraproducentes». Al final, sí, la educación es fundamental; pero de no tener instituciones probas y fuertes, de nada servirá.
Sobre el tema, Joaquín López Dóriga (Milenio) elabora una minuta exógena de la cuarta reunión entre Miguel Ángel Osorio Chong y los dirigentes de la CNTE. Un día después, el periodista contacta al Secretario de Gobernación en Nueva York para preguntarle específicamente si está sobre la mesa la permanencia o no de la Reforma Educativa. «No», respondió firmemente.
Para rematar, Luis Cárdenas (El Universal), en una columna titulada «¿Cómo desactivar a la CNTE por las buenas?, partiendo del «[…] peor escenario se mira cercano: ni se aplica la reforma en algunos estados, ni se puede negociar nada y el gobierno mexicano termina humillado ante otro chantaje», coloca la solución en una implementación gradual, no ríspida y con agresiones, como se ha dado desde su comienzo. «Dejando el hígado por la paz, la reforma, concretamente el tema de la evaluación, se hubiese venido mejor como un derecho que como una obligación». Todo está en el discurso.
José Woldenberg (Reforma) recomienda un libro capital dentro de la vorágine crítica que es México hoy en día: Más allá de la crisis: El reclamo del desarrollo (Fondo de Cultura Económica), coordinado por Rolando Cordera, economista y político mexicano egresado de la UNAM. Éste nace con el propósito de «discutir las premisas generales de la política económica en sus diferentes líneas (industrial, fiscal, energética, salarial, etcétera), poniendo en el centro la necesidad de crecimiento y la atención a los abrumadores rezagos sociales para salir del laberinto de nuestro “estancamiento secular”». ¿La dirección? Nuevas coordenadas para la política económica.
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