Si muchos pensábamos que la Suprema Corte se había plegado a los deseos de Andrés Manuel López Obrador, el Tribunal Electoral se puso de tapete. Al revocar decisiones del INE, está garantizando el triunfo del presidente y de la 4T que, de está forma, no tendría ningún problema para alcanzar la mayoría en el Congreso de la Unión, justo cuando Morena se desmorona.
Haber otorgado el registro a los partidos Redes Sociales Progresistas y muy probablemente a Fuerza Social por México, a los que el Instituto Nacional Electoral se los había negado, además de ratificar el del Partido Encuentro Solidario, todos ellos aliados del ejecutivo federal, el TEPJF mostró con claridad meridiana su subordinación al Poder Ejecutivo, sin rubor alguno.
De igual manera, se confirma que las diferencias entre las autoridades electorales son irreconciliables y ponen en riesgo los futuros procesos electorales. Las resoluciones del TEPJF no sólo restan credibilidad al propio Tribunal; también debilitan al Instituto Nacional Electoral, pues queda la impresión que ambos órganos actúan por consigna.
Está fragilidad los hace presa fácil de apetitos gubernamentales y de poderes fácticos, incluidos grupos criminales que se pueden sentir tentados a imponer autoridades.
Por otro lado, López Obrador ya no tendrá la preocupación de qué va a pasar con Morena en los próximos semanas y meses, cuyos pleitos internos revelan el elevador grado de degradación del movimiento creado por el primer mandatario. Inclusive puede prescindir de esa agrupación amorfa, pues contaría con el refrendo del respaldo de los Partidos del Trabajo y Verde Ecologista de México; es decir, contaría con cinco institutos políticos para llevar a cabo las reformas que necesita para terminar de darle forma a la 4T y que dicha transformación perdure más allá del presente sexenio.
De confirmarse las determinaciones del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, López Obrador tendría a su disposición a seis fuerzas políticas, a través de las cuales mostrar al mundo que en México, finalmente, se vive una auténtica democracia, aun cuando en la práctica y que su proyecto es avalado por una gran mayoría.
De hecho, estamos ante una versión restaurada del viejo Partido Revolucionario Institucional, que durante años procreó partidos satélites, con lo cual lograba acallar a los grupos opositores, en lo que se conoció como la dictadura perfecta, dado el control absoluto que los gobiernos emanados de la Revolución Mexicana tenían en todos los órdenes: económico, político, social y cultural.
Si a lo anterior aunamos que el bloque opositor -PAN, PRI, PRD y MC- se encuentran en terapia intensiva, por lo que difícilmente podrían contener los afanes absolutistas que desde siempre ha perseguido López Obrador.
En lo inmediato, es previsible una recomposición de fuerzas en todos los niveles, que en el caso de la 4T se despresurizan los ataques hacia los precandidatos presidenciales de Morena, Marcelo Ebrard, Claudia Sheinbaum y Ricardo Monreal, que amenazaban con mellar el poder presidencial, lo cual no quiere decir que desaparezcan sus ambiciones.
¿Sobrevivirá la versión original del Movimiento de Regeneración Nacional o con los nuevos aliados que tendrá el presidente López Obrador conformará la versión 2.0 de Morena?
He dicho.
EFECTO DOMINÓ
Ayer no fue un buen día para el salinista de la 4T. Además de dar positivo a Covid-19, Ricardo Salinas Pliego (Elektra) tendrá que pagar un crédito fiscal por 2 mil 4 millones 761 mil 834 pesos, por concepto de ISR del ejercicio fiscal 2010
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