A la luz -y no es la que está al final del túnel- de los nulos resultados de su gobierno, el presidente Andrés Manuel López Obrador ha decidido darle un giro a sus conceptos, por lo que en lo sucesivo su mejor política interior será la exterior. Por el bien del país, esperemos que este vuelco hacia afuera no siga el derrotero de sus enviados a la OMC y a la FAO que, como sus políticas domésticas, han resultado infructuosos.
Luego de que se aceptará a México en el Consejo de Seguridad, buscar reflectores y protagonismo en la Organización de las Naciones Unidas para que ayude a nuestro país a resolver problemas que por sí solo no ha podido, como en el caso de la adquisición de medicamentos, a muchos puede entusiasmar; sin embargo, también habla de la cerrazón del gobierno de López Obrador para establecer acuerdos con el sector farmacéutico del país.
En días recientes, se han hecho públicos los coqueteos de México con la ONU. El secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, reconoció fuera lo que aquí no se atreve al a estar que por el Covid-19 se acentuará la desigualdad en los países de América Latina, México entre ellos.
En la reunión de la Conferencia Económica para América Latina (CEPAL) propuso a sus pares de la región impulsar una asamblea extraordinaria en la Organización de las Naciones Unidas durante 2021, en la que se sienten las bases para la recuperación económica. En una especie de mea culpa reconoció que las soluciones unilaterales que cada país pueda llevar a cabo no van a ser suficientes por su magnitud “ni eficaces cualitativamente porque ya se han ensayado muchas ocasiones sin éxito”.
Por su parte, el primer mandatario, ante el fracaso de las gestiones de Beatriz Gutiérrez Mueller de López Obrador ante el papá Francisco y con otras naciones europeos para recuperar piezas prehispánicas, informó que evalúa presentar una iniciativa en la ONU para que el patrimonio histórico que se encuentra en otros países regrese a los pueblos de donde es originario y que sea un acto voluntario de quienes lo tienen.
Su concepción de que tales bienes han sido “parte de una política colonialista que ya no debe permitirse en el mundo”, remonta a las tesis de su guía espiritual, Luis Echeverría, que quería convertirse en el líder del entonces llamado Tercer Mundo, cuya megalomanía tuvo un costo elevado para los dineros públicos y para el prestigio internacional de México.
Este repentino interés internacionalista del ejecutivo federal no es improvisado; responde a la puesta en marcha de un plan alternativo que quite reflectores al agravamiento de las condiciones en las que se desenvuelve la economía nacional y que ante la inminente llegada de la segunda ola de contagios del coronavirus, pondría en terapia intensiva a buena parte del aparato productivo del país.
La divulgación de que el número de fallecidos por Covid-19 es en realidad de casi 140 mil mexicanos y no los 90 mil que asegura el subsecretario Hugo López Gatell, sólo confirma que el gobierno actual maquilla cifras en todos los ámbitos, como una forma de evitar que el pueblo sabio y bueno se de cuenta que su gestión ha sido desastrosa y pone en riesgo a millones de mexicanos.
En cambio, sin los brillantes reflectores de la Organización de las Naciones Unidas, la política exterior mexicana muestra su rostro convenenciero y subordinado hacia su vecino del norte, al asignar una buena parte de la Guardia Nacional a tareas de patrulla fronteriza con los migrantes centroamericanos.
Y no conforme con ello, detuvo en Acapulco a uno de los dirigentes históricos de la guerrilla de Guatemala, César Macías, mejor conocido como César Montes, y la entregó a militares de aquel país en la frontera común de El Carmen-Talismán; acción que ha sido señalada como arbitraria e ilegal, inclusive por integrantes de Morena, el Partido Guatemalteco del Trabajo y la Liga Revolucionaria de Artistas de la Cultura.
He dicho.
EFECTO DOMINÓ
Mientras López Obrador sigue en su papel dicharachero por las quejas de empresas extranjeras en el ámbito eléctrico, las empresas que operan plantas de energía limpia ganaron la primera batalla al gobierno cuatroteísta, porque un juez federal otorgó un amparo que dejó sin efecto el acuerdo del Centro Nacional de Control de Energía (Cenace); la sentencia tiene “efectos generales”, es decir, beneficia a todas las centrales solares y eólicas.