Los moditos presidenciales se parecen al Covid-19: apenas se descuida uno y se contagian entre sus colaboradores que, con ello, dan muestra del desdén y hasta menosprecio que sienten por la gente desvalida, como ha quedado a descubierto con los más de 350 mil damnificados por inundaciones en Tabasco, Chiapas y Veracruz y cuyo único pecado es que ahí “les tocó vivir”.
Con la total solidaridad que caracteriza al gobierno cuatroteísta hacia las víctimas de cualquier índole, la titular de Conagua, Blanca Elena Jiménez, con la mano en el corazón, externó en Villahermosa, que “hay que aprender a vivir con lo que hay”, y los pobladores de ese estado deben estar conscientes de ello, sostuvo.
“Mire, yo no le puedo decir que no se desbordará, ni tampoco les voy a decir que no se van a inundar porque, para las condiciones de como ustedes viven, es mejor estar prevenido”. Es decir, la imprevisión de la gente y no los errores de cálculo -reconocidos por el propio primer mandatario-, es lo que provocó que hoy en Tabasco haya más de 200 mil personas damnificadas por inundaciones provocadas por intensas lluvias y el desfogue de agua de la presa Peñitas.
Y por supuesto que los paisanos del jefe del ejecutivo deben tomar sus previsiones y hacer caso a las sugerencias del propio Andrés Manuel López Obrador, quien les recomendó ir las partes altas -si las encuentran- ante el previsible ingreso de un frente frío y el desplazamiento en el mar Caribe de la tormenta tropical “Iota” que amenazan con provocar nuevas lluvias en el sureste del país.
Y aun cuando el presidente en Tabasco se siente “como pez en el agua”, rechazó las críticas que le formulan porque no se mete en las zonas afectadas por las inundaciones en Tabasco, aunque prefirió inundar comunidades indígenas, en vez de Villahermosa.
Refirió que otros exmandatarios sólo ingresaban a zonas anegadas para tomarse una foto, pero él no lo hace porque ha demostrado que ha apoyado a su gente desde que era joven. Insistió que se mueve como pez en el agua, desde su infancia, que he ayudado en muchas inundaciones y que se ha mojado siempre”.
Por supuesto, inundó a sus paisanos con las promesas de cajón, de siempre: que tendrán programas sociales, mejoramiento de caminos y otros apoyos. “Vamos a apoyarlos como siempre, con víveres, con alimentación; apoyos para enseres, para muebles, luego viene un programa para ampliación de vivienda, para personas con discapacidad y para el campo”.
Con sus típicos moditos López Obrador aludió al presupuesto de los milagros que alcanza para todo. Reiteró que se tienen disponibles los recursos –sin mencionar cifra– para financiar el programa integral en beneficio de todos los afectados, mismo que se definirá el martes en Palacio Nacional en reunión del gabinete con los gobernadores de Chiapas y Tabasco.
Conocedor profundo de las condiciones climatológicas de su terruño, en dos años de gobierno, nunca tomó ninguna medida preventiva -como sugiriera la directora de Conagua- para, al menos, paliar los efectos y que sus paisanos no padecieran por las inclemencias del tiempo y los errores de cálculo.
Ahora, ni siquiera para la foto, se mojó los pies; prefirió volverse pez volador, no fuese a ser que se le enlodara la investidura.
He dicho.
EFECTO DOMINÓ
El extinto Fondo Nacional de Desastres Naturales (Fonden) no es necesario, como se demuestra en la reciente tragedia que provocaron en Tabasco y Chiapas las inundaciones, porque el gobierno federal ha destinado los recursos necesarios aseguró el coordinador de Morena, Ricardo Monreal.
No pueden con una plaga de chinches en la sede del Senado, menos con auténticas tragedias, como la falta de medicamentos para sarampión, lepra, cáncer, influenza y un largo etcétera.