Durante décadas, ser mujer o joven, en Puebla y en todo México, representó una serie de retos, problemas e impedimentos para hacer muchas cosas, sobre todo las que tenían que ver con la labor política, el activismo social o cualquier tema de interés público.
La cultura machista y la visión conservadora de los que integraron durante décadas el viejo régimen y que algunos mantienen hasta nuestros días, hacía que para ellos fuera inconcebible imaginarse a una persona joven, o a una mujer de cualquier edad, participando o, incluso, opinando sobre cosas que ellos consideraban exclusivas para “mayores” o, peor aún, etiquetaban como “cosas de hombres”.
Basta recordar que apenas hace 68 años se reconocieron los derechos políticos de las mujeres en nuestro país, y que es a raíz del movimiento estudiantil de 1968 y las criminales acciones de represión que se aplicaron para sofocarlo, cuando el activismo juvenil empezó a tener más peso y a generar liderazgos más visibles y de mayor impacto en la vida pública de la Nación.
Hoy los tiempos han cambiado y aunque, por supuesto, faltan muchas cosas por hacer y mejorar en materia de igualdad de género y participación de la juventud en todas las tareas que nos atañen e interesan, lo que hemos logrado ha transformado la historia de nuestro estado y país, y muchas compañeras, compañeros y una servidora, podemos dar testimonio presencial de ello.
En lo personal, desde muy joven, al igual que muchas otras personas de mi generación, asumí que lo más importante era participar de verdad y con todas las ganas en lo que significara apoyar a los demás, defender lo que considero correcto y trabajar duro para que más mujeres y más jóvenes pudieran hacerlo también.
Supe desde siempre que había otra forma de hacer política y de ser servidora pública, totalmente diferente a los rollos y discursos que se echaban los políticos tradicionales, buscando convencer a la gente para que votaran por ellos y nunca más visitarlos de nuevo y menos atender sus necesidades. Comprendí que la mejor forma de hacer activismo y servicio público, era recorrer a píe las colonias, los barrios, cada calle y tocar cada puerta, para poder hablar con la gente, escucharla y compartir con ella opiniones y opciones de solución a sus necesidades.
Gracias a ese acercamiento, que se convirtió en confianza mutua con las personas de mi región, hoy tengo el honor de ser la diputada más joven en el Congreso del Estado, algo posible, además, porque la representación popular debe ser eso, una verdadera representación de la realidad de la sociedad que indica que hoy, de acuerdo al Censo Nacional del año pasado, la edad promedio de nuestro país es de 29 años y en Puebla de 28 años; y que el porcentaje de mujeres en el total de la población, a nivel nacional es de 51 por ciento y en Puebla del 52 por ciento.
Por eso, las mujeres, los jóvenes y las mujeres jóvenes, por supuesto, debemos estar más comprometidas que nunca con seguir promoviendo el cambio verdadero en la forma en la que se hace la política y se realiza la actividad pública de nuestros estados y nuestro país.
En la Cuarta Transformación encabezada a nivel nacional por el presidente Andrés Manuel López Obrador y representada por todas las personas, de todos los géneros y edades, que integramos los partidos que apoyan este proyecto, tenemos muy clara la importancia de esa tarea, porque es un compromiso real y permanente con nuestra gente, y al que invitamos a que se sumen cada vez más personas.