El tiempo pasa y la actual administración confirma, un día sí y al otro también, su casi absoluta incapacidad para asegurar a los mexicanos las condiciones para llevar una vida sin sobresaltos. La inseguridad, ahora, trascendió de caer en manos de la delincuencia a la insuficiencia de bienes y servicios mínimos para el bienestar familiar.
La falta de un flujo eléctrico continuo, la escasez de agua y de gas, dan cuenta de la inoperancia gubernamental que anticipa tiempos de penurias para importantes sectores de la población, pues los remiendos cuatroteístas además de insuficientes, son desechables pues no resuelven de fondo los problemas.
Culpar al pasado es ya un pretexto muy diluido y cada vez menos creíble de tanta repetición por lo que ahora busca tapar el pozo, mediante la instauración de un plan nacional de racionamiento en el consumo de electricidad, agua y gas; opción que podría alargarse en el tiempo, mientras dan frutos sus, hasta ahora fallidas, reformas y programas, sacados del sarcófago de hace medio siglo.
Para el cuatroteismo es mejor que la gente -y sobre todo primero los pobres-, regrese a formas arcaicas para alumbrarse y cocinar sus alimentos, que reconocer que los gobiernos anteriores consiguieron mejores precios y condiciones de abasto por estos insumos, más allá de haber hecho negocios.
Sin responsabilizarse de nada, la presente administración hace un llamado a la población para que consuman menos electricidad, gas y agua, porque nunca hizo ninguna previsión de contingencias.
La suma de males que ha traído consigo el régimen lopezobradoriano siguen creciendo como resultado de sus malas políticas; la miopía que priva en muchas de sus decisiones en lugar de traer beneficios nos acerca cada vez más al precarismo.
Conforme avanza el sexenio, el proceso de liquidación del neoliberalismo por el retroliberalismo instrumentado por López Obrador, terminó por desaparecer los fondos para emergencias, detener inversiones privadas, limitar la generación de empleos, cancelar programas de salud y crear escasez de medicamentos.
Los datos recientes del Inegi y del Coneval revelan importantes retrocesos en el nivel de vida de los mexicanos que difícilmente llegan a compensar las dádivas otorgadas a sectores vulnerables.
Antes de asumir la responsabilidad como jefe de Estado, López Obrador juraba y perjuraba que él sí sabía cómo hacerlo, que con eliminar la corrupción las limitaciones pasarían a formar parte del anecdotario. Hoy nos percatamos que esas promesas de un mejor nivel de vida eran y son cuentas de vidrio.
Si gobernar consiste en ejercer la dirección, la administración y el control de un Estado, la manera en como lo ha hecho López Obrador, por sus resultados, parecería que ha abdicado de buena parte de sus responsabilidades: va dando tumbos, mal administra los recursos públicos y tiene un control errático en los asuntos de Estado.
He dicho.
EFECTO DOMINÓ
“Desde hace una semana”, se decidió entregar combustóleo de Pemex a la CFE y entregarlo a precio bajo, para que la Comisión resuelva el problema de los cortes programados de luz en México, afirmó el presidente López Obrador. Otra vez, peor el remedio que la enfermedad.