Aun cuando ambos son abanderados de Morena a gobiernos estatales, las diferencias entre Félix Salgado y Arturo Durazo han forzado al presidente Andrés Manuel López Obrador a tener que convertirse en “tapadera” o usar “tapaboca”, cuando de violencia de género se trata.
En ambos casos, la elusión o el silencio sacan a relucir la falta de empatía del primer mandatario para con el sector femenino, por más humanista que se autodenomine o por promover la paridad en cargos administrativos.
López Obrador, que celebraba el Día de la Bandera y la conmemoración del Plan de Iguala, en tierras de Félix Salgado, acompañado por el mandatario argentino Antonio Fernández -el otro presidente de la pandemia-, evitó verse las caras con feministas que protestaban contra el candidato vino tinto al gobierno de Guerrero y cuyas dirigentes resultaron golpeadas.
La creciente ola de descontento por la nominación de Salgado Macedonio, sobre el que pesan acusaciones de violencia y abuso sexual, encuentra poco eco en el jefe del ejecutivo, no sólo en términos declarativos en torno a la violencia contra las mujeres, sino también en términos económicos.
Aun cuando no se trate de hechos de corrupción, sino de violencia de género, las declaraciones de López Obrador sobre el abanderado guerrerense morenista, implican no únicamente falta de empatía y solidaridad con el sector femenino del país, sino una especie de encubrimiento -tapadera, para decirlo en sus propias palabras.
En Sonora, el aspirante a la gubernatura por Morena, Alfonso Durazo Montaño, afirmó que para resolver el flagelo de la violencia contra la mujer “se debe etiquetar mayor presupuesto”.
Quien fuera secretario de Seguridad, Durazo Montaño, en una reunión con medios informativos de la entidad que desea gobernar, postulo: “no hay política pública sin respaldo presupuestal adecuado; una política pública sin respaldo presupuestal es una expresión de demagogia”.
Palabras que deben haber calado hondo en el primer mandatario, sobre todo cuando Alfonso Durazo puntualizó que, ante esta situación, es cuando toman sentido los principios de la Cuarta Transformación, porque “los recursos para atender la alerta de género deben salir de la austeridad y del combate a la corrupción”.
Y esto es así, porque de acuerdo con el presupuesto para 2021, si bien se tienen previstos 3,210 millones orientados a apoyar a las mujeres, sobre todo en términos de igualdad y paridad de género, apenas representan un 0.050 por ciento del presupuesto total lo destinado para atender la violencia de género.
En este sentido, el gobierno de la República propuso destinar 0.3 por ciento del total de gasto programable del sector público presupuestario a la Secretaría de Gobernación con poco más de dos mil millones de pesos; sin embargo, en el rubro para “Promover la atención y prevención de la violencia contra las mujeres”, apenas canaliza poco más de 300 millones.
Estas cifras constituyen un tapabocas al humanismo no feminista de López Obrador y muestran que prefiere ser tapadera del compadre que violenta a las mujeres.
He dicho.
EFECTO DOMINÓ
Tras la entrevista Joe Biden-Justin Trudeau, el gobierno canadiense consideró que México y otros cuatro países, entre ellos China e India, deben ser presionados para que reduzcan sus emisiones contaminantes, y junto con Estados Unidos podrían penalizar a países con leyes climáticas más débiles.