Privilegiar remedios caseros y mágicos o pensar que la fuerza moral es superior a la fuerza de contagio, en un México donde especialistas advierten de potenciales riesgos de una tercera ola de coronavirus y con un plan de vacunación paquidérmico y electorero, es ubicarse dentro del “pensamiento Neandertal”, al que aludió el presidente de Estados Unidos, Joe Biden.
Con independencia del resultado final del verdadero costo de haber cancelado el aeropuerto de Texcoco, las irregularidades por 67 mil millones de -y posibles actos de corrupción- que arrojó el informe de la Auditoría Superior de la Federación sobre el primer año de gestión del presidente Andrés Manuel López Obrador, darían a éste el argumento suficiente y esperado para no usar cubrebocas.
Como se recordará, a mediados del año pasado, cuando se le insistió sobre el por qué no usaba dicho adminículo, su respuesta fue que se pondría tapabocas “hasta que se acabara la corrupción”. Los casos sospechosos de familiares y de integrantes de su gabinete, le refuerzan sus convicciones para permanecer en el “neandertalismo”.
Y no únicamente este posicionamiento está relacionado con recomendaciones sanitarias en tiempos de coronavirus. Mientras en Estados Unidos las autoridades de salud reiteraban su llamado a los ciudadanos de mantener las medidas de protección para reducir los contagios, en México se adopta una postura ambivalente.
El gobierno utiliza a conveniencia el argumento de prohibido prohibir, pues en cuanto sectores o grupos sociales intentan reanudar sus actividades productivas o sociales, las autoridades de inmediato quieren hacer valer las restricciones contempladas en el semáforo epidemiológico. Pero que no se trate las giras presidenciales, porque ahí no hay señalización que detengan al ejecutivo federal.
Con más de 2.2 millones de mexicanos contagiados y ya muy cerca de los 200 mil decesos, López Obrador debería seguir el ejemplo de su homólogo estadounidense, quien señala: “Espero que todo el mundo se haya dado cuenta ya de que estas mascarillas -los cubrebocas- marcan la diferencia”.
Es poco probable que el gobierno cuatroteísta vaya a moverse un ápice de su visión, como quedó demostrado con la aprobación de la mal llamada nueva Ley de la Industria Eléctrica, que quedará como fiel testimonio del encantamiento que atrae al mandatario mexicano por el pospretérito remoto y por las energías fósiles.
Aquí como en muchos otros campos, el “neandertalismo” vigente confunde rectoría con propiedad estatal, o que por el hecho de ser empresas públicas deben dejar de lado la eficiencia y la obtención de rendimientos; de otra forma, se constituyen en un lastre para la economía nacional y para todos los mexicanos.
La añoranza por el pasado, por el retroliberalismo, también se refleja en el comportamiento político y social de la administración lopezobradoriana y su partido político que no quieren romper con el pacto patriarcal, propio del “pensamiento Neandertal”.
He dicho.
EFECTO DOMINÓ
Jon Piechowski, subsecretario de Estado adjunto de la Oficina del Hemisferio Occidental del Departamento de Estado, señaló que si bien “respetamos la soberanía de México para promulgar sus leyes. La transparencia es muy importante para los inversionistas”.