Después de dos años de andar “cucando” a sus adversarios políticos para que se organizaran y pudieran disputarle el poder, ahora el presidente Andrés Manuel López Obrador vuelve a su teoría del “compló”, porque las fuerzas políticas de oposición y grupos sociales tratan de impedir que Morena tenga mayoría en la Cámara de Diputados.
¿Esperaba, acaso, que le dejaran el campo libre?
Si así lo creía, lo cual dudo mucho, es pecar de ingenuo -para decirlo de la manera más amable para no lastimar la investidura presidencial- y hacernos creer que los malvados del cuento de la 4T son todos aquellos que han unido voluntades para impedir que termine por regresar a México a mediados del siglo pasado.
Su dicho de que hay una “estrategia política en contra nuestra para que el movimiento de transformación no tenga mayoría” en la próxima legislatura en la Cámara de Diputados”, es quererle ver la cara de tonto al pueblo -bueno y sabio- y hacerse el mismo, como si desconociera que la finalidad de cualquier partido político es acceder al poder, aquí y en todo el mundo.
Si bien confió en que el Instituto Nacional Electoral (INE) haga su trabajo y no se sume a dicha línea, porque la historia muestra que el organismo no ha sido imparcial, el tabasqueño olvidó mencionar que, vía triquiñuelas, su partido y asociados se hicieron de la mayoría en la Cámara Baja, pasando por encima de lo que marca la Constitución.
Que 60 millones de electores no le dieran su voto en 2018, nunca lo consideró como una advertencia lo suficientemente sólida para ser el germen de un potencial génesis del reagrupamiento opositor.
Al contrario, envalentonado por su triunfó, durante más de dos años se ha centrado en hostigar y descalificar, a generar polarización y división. Desde el mundo de ensueño en el que vive López Obrador, sintiéndose arropado por los amplísimos y lujosos salones de Palacio Nacional, siempre consideró moralmente derrotados a sus opositores.
Sin embargo, los otros datos de la realidad se encargan de exhibir la ineptitud de su administración para solucionar las carencias de los sectores populares. Sin haber podido abatir la violencia e inseguridad, sin generar suficientes fuentes de trabajo, con sistemas de salud y educativos deficientes, tampoco ha hecho posible un crecimiento económico importante.
Estos y muchos otros males que agobian a millones de mexicanos, no le quitaban el sueño, hasta ahora que se aproximan las elecciones de mitad del camino, donde la mayor desigualdad y el desamparo que se reflejarán en las urnas el 6 de junio.
Imposibilitado para la autocrítica, ve la paja en el ojo ajeno, pero no la viga en el propio, al cuestionar a empresarios, intelectuales, medios de comunicación y partidos de oposición de conformar un bloque en su contra, cuando él creó la figura de los super delegados en cada entidad federativa, que son los responsables de hacer proselitismo social y electoral en favor de Morena.
Las recientes actitudes lopezobradorianas, muestran a un mandatario temeroso y, a la vez, dejan constancia de que la oposición no andaba de parranda, sino organizándose para hacer efectivo el exhorto presidencial, al que tantas veces convocó a sus adversarios.
He dicho.
EFECTO DOMINÓ
Desde su creación, Morena se ha caracterizado por incumplir las obligaciones que la ley electoral establece para todos los institutos políticos; que hoy sea el partido en el poder no lo exime de cumplir tales compromisos, como lo demostró hoy el Consejo General del INE, al decretar inválidas casi una treintena de candidaturas morenistas, tanto para gubernaturas como para diputaciones federales.