El proceso de vacunación instrumentado por el gobierno cuatroteísta tiene más vacíos que las jeringas con las que, en algunos casos, se aplican los biológicos. A los retrasos en la compra de las vacunas, se agrega el abasto irregular de las mismas y la mala organización en muchos lugares para inmunizar al personal médico y a los adultos mayores.
Pero para que vean que la actual administración siempre busca superarse a sí misma, a los anteriores fenómenos debemos incorporar las presuntas vacunas pirata detectadas en Campeche y de las que ya no se volvió a saber nada, ni de quienes las obtuvieron.
En días recientes, se ha sabido de nuevos “modus operandi” de quienes juegan con la salud de los mexicanos: las jeringas vacías, los piquetes sin sustancia y, se conjetura de posibles inyecciones de agua, en vez del compuesto químico.
A los casos que se han denunciado se ha buscado la manera de darle carpetazo, sin hacer ninguna investigación a fondo, a fin de que la gente sepa, a ciencia cierta, qué está ocurriendo dentro del plan de vacunación, donde la presencia de las fuerzas armadas al parecer es insuficiente para inhibir prácticas dolosas.
Los visos de vicios y de probable corrupción en el manejo y aplicación de los antivirales, no sólo se presenta en los centros de vacunación. El silencio oficial sobre las condiciones en que se obtuvieron los biológicos recibidos por México; se desconoce cuántos de ellos han sido donaciones, muestras, cesiones, préstamos o compras.
De eso, el presidente López Obrador no ha demandado ninguna revisión y se niega a hacer públicas las condiciones bajo las cuales llegaron las vacunas a México. Es decir, el gobierno que se dice el más transparente de la historia, reservó por cinco años dar la información sobre las condiciones y monto de las vacunas.
Pero eso sí, en cuanto se habla de la no inmunización de un adulto mayor, luego luego especula que se puede tratar de un montaje. Y como es su costumbre, de inmediato aventura que sus contrincantes “son capaces de todo” y aunque se compruebe que el hecho sea real, los medios de comunicación exageraron al poner un caso aislado como algo general en el proceso de vacunación.
Que sea hasta el momento un solo caso documentado de manera fehaciente, no significa que sea el único que se haya presentado. El primer mandatario, en el fondo, está temeroso de que salgan a relucir nuevos casos y se le empiece a comparar con el ex gobernador de Veracruz, César Duarte.
En cambio, se muestra impasible e imperturbable ante la utilización propagandística que del proceso de inoculación que han hecho los candidatos a cargos de elección de Morena. Ahí no hay indignación ni condena a sus correligionarios, lo que lleva a creer que avala dichas conductas ilícitas.
Estaríamos hablando de la existencia de una mafia de la ineficiencia que, en el caso de combate al Covid-19 y la aplicación de antivirales, ha costado la vida a más del doble de mexicanos -con base en cifras oficiales-, que el número de muertos por homicidio doloso, durante esta administración.
Y hablando de montajes, el gobierno lopezobradoriano se ha vuelto un experto. La cobertura noticiosa que ha promocionado López Obrador a la llegada prorrateada de las vacunas no tiene desperdicio.
He dicho.
EFECTO DOMINÓ
Por lo que se percibe, el gobierno cuatroteísta parece que también tendrá su propio “negro Durazo”.