El pretendido mecanismo de “información circular” ha perdido su esencia; las mañaneras han sufrido tal degradación que, con la excusa de la veda electoral, se han convertido en los mañanazos, al pasar de propaganda gubernamental a inocultable propaganda política.
Ni siquiera la celebración del “Día de la Libertad de Prensa” sirvió para que el presidente Andrés Manuel López Obrador contuviera sus ímpetus censores y como ya es costumbre, de nueva cuenta culpó a los medios de comunicación porque la tan anhelada transformación no va.
Agobiado por los múltiples chipotes que brotan a las acciones gubernamentales, donde cada vez son más notorios los retrasos en obras, proyectos y programas, el primer mandatario prefiere tirar manazos y mandobles contra los medios de comunicación, pues día con día documentan los yerros, manejos inapropiados de recursos y un larguísimo etcétera que se le vienen acumulando al cuatroteísmo.
Pifias oficiales y comportamientos inadecuados de distinguidos prohombres de Morena, han servido de pegamento para que grupos sociales inconformes y la oposición se aglutinaran en contra del quehacer lopezobrsdoriano, que durante meses estuvo cucando a lo que López Obrador llama los conservadores para que se unieran.
Hoy, a unos días de celebrarse las elecciones intermedias, ver cumplido su deseo ya no le resultó tan agradable, pues a la par de este agrupamiento opositor, se registra un marcado desmorenamiento social y político, como lo demuestran las más recientes encuestas.
Aún cuando, por el momento, mantiene cierta ventaja entre los potenciales electores, ésta disminuye de manera consistente conforme se acerca la fecha de la jornada electoral. Tendencia que hace perder los estribos al titular del ejecutivo, que ya no sabe cómo frenar está cuesta abajo.
Las diatribas que lanza hoy sí, mañana y pasado mañana contra la prensa y contra las autoridades electorales es inversamente proporcional a la pérdida de simpatía de la gente para con su gestión y el triste espectáculo que da su partido.
En cambio, cuando se trata de periodistas consecuentes, los que apoyan hasta la ignominia a su administración, López Obrador no sólo los defiende, sino que de una u otra forma trata de “reivindicarlos”, como sucedió con Isabel Arvide, nombrada cónsul de México en Estambul, o Epigmenio Ibarra, a quien su administración otorgó un crédito por 150 millones de pesos.
Tal vez sea la suma de la veda electoral y la falta de resultados tangibles, pero lo cierto es que los misteriosos otros datos han desaparecido, igual que las esperanzas de un mejor nivel de vida para los habitantes de este país.
La nueva versión de las mañaneras, los mañanazos, está lejos de impedir que se tenga la impresión de que el cuatroteísmo avanza a paso de ganso, al igual que el plan de vacunación, donde todas las proyecciones de resultados han sido incumplidas.
En tanto, el actor principal de los mañanazos quiere hacer de la democracia participativa un vodevil, en donde no se sabe ya dónde empieza la búsqueda del sentir de los ciudadanos y dónde la imposición de la voluntad del gobernante.
La “nueva legalidad” que quiere instaurar López Obrador se aproxima mucho a una especie de “pos constitucionalidad”, a través de la degradación de los mandatos de la Carta Magna.
He dicho.
EFECTO DOMINÓ
Durante el primer trimestre de 2921, Pemex y la CFE tuvieron pérdidas, en conjunto, por 73 mil millones de pesos, más del doble de lo que el gobierno programo destinar en total a la compra de vacunas antiCovid, 32 mil millones. La “inmunización” de ambas paraestatales sale mucho más cara que la inoculación de todos los mexicanos.