A manera de paráfrasis de Luis Donald Colosio, veo un gobierno imposibilitado para garantizar la vida de los mexicanos. Durante este administración han perdido la vida cerca de 700 mil mexicanos a causa de las políticas fallidas en materia de salud y de seguridad.
También veo un gobierno con insaciable sed de venganza que, lejos de un auténtico afán de justicia, busca incinerar en la plaza publica a los herejes de su proyecto transformador y, de esa forma, satisfacer su enorme egolatría, sin importarle dividir a la población.
Veo un ejecutivo con hambre absolutista, que quiere engullirse a los otros poderes de la unión, devorar a los organismos autónomos, subordinar a los otros dos niveles de gobierno, para lo cual no repara en hacer del chantaje y la violación a la legislación vigente sus métodos predilectos.
Veo un gobierno que dice no contratar deuda, pero que está ya creció en poco más de un billón de pesos, además de que quiere endilgarnos las pérdidas acumuladas de Pemex y la CFE, que representa otro billón de pesos. Por eso dice que el petróleo no es del gobierno ni de la nación, sino del pueblo, que habrá de pagar por muchos años el Fobaproa Energético.
Veo un gobierno incongruente que, hacia afuera, quiere dar lecciones y sugerencias de lo que al interior no es capaz de aplicar. Pide trato equitativo en el acceso a las vacunas antiCovid y en territorio nacional se las niega al personal de salud que labora en el sector privado, con lo cual hace la distinción entre mexicanos de primera y de segunda.
Miro un gobierno mitómano y subyugado por el sospechosismo, que se queja del financiamiento extranjero a organizaciones de la sociedad civil, pero esconde el que le llegó a su partido para que accediera al poder y que fueron del país, España, al que guarda enorme rencor.
Veo un gobierno opaco, no sólo por su poca transparencia en el manejo de los recursos públicos, sino sobre todo por la falta de brillantez e inteligencia para innovar, que prefiere acudir a soluciones mágicas a aceptar sus errores y corregirlos, con base en el conocimiento científico.
Y también observo a una administración rancia, física e ideológicamente que, sin argumentos ni condiciones técnicas da tumbos por doquier que, luego de un tercio de gestión, encuentra como única excusa culpar a los gobiernos que le antecedieron. Funcionarios impreparados en 90 por ciento y honestos en un relativo 10 por ciento.
El exceso de mortandad en personas, empleos y empresas; el aumento de desastres naturales -incendios e inundaciones- sin los instrumentos que existían para ser atendidos debidamente; un sistema de salud que pasó de ineficiente a condiciones deplorables y sin medicamentos, son testimonio fiel de un gobierno que se sostiene a base de pura saliva.
De los casi dos años y medio de Andrés Manuel López Obrador en el poder, su principal logro ha sido aumentar en alrededor de 10 millones el número de pobres. Por eso ruega al presidente Joe Biden otorgue más visas de trabajo para los compatriotas a quienes les ha cancelado cualquier posibilidad de empleo y desarrollo en su tierra.
En el colapso de parte de la infraestructura de la línea 12 del Metro se concentra todo lo que es el proyecto supuestamente transformador del lopezobradorismo. Derrumbe que, como afirmó Alfonso Durazo por la fallida detención de Ovidio Guzmán: “no debió haber sido”, lo mismo que esté gobierno.
He dicho.
EFECTO DOMINÓ
Saludar y tomarse la foto con la mamá de del “Chapo” Guzmán va perfectamente con el estilo de López Obrador, sin hipocresías; no así con madres, hijos y familiares de las víctimas habidas en su administración. Para ellos, sembrar un arbolito en Palacio Nacional es más que suficiente y va más de acuerdo con los moditos presidenciales y sin necesidad de colgar en el perchero la investidura que tanto cuida.