Como no queriendo la cosa, con la risa socarrona que le caracteriza cuando va a decir algo que le place, el primer mandatario compartió que en su gira del fin de semana, trabajadores que laboran en la refinería de Dos Bocas le decían: “reelíjase, reelíjase”, a lo que López Obrador respondió: “no, que no ven que ya estoy chocheando”.
Y abundó: además, soy partidario de la no reelección, “soy maderista. Ya, hasta el 24, y me jubilo”.
Expresión que ha reiterado en varias ocasiones y que recuerda mucho a lo que manifestaba cuando era jefe de Gobierno del entonces Distrito Federal: “a mí que me den por muerto”, en relación a su posible candidatura, que finalmente obtuvo por parte del Partido de la Revolución Democrática, rumbo a la Presidencia de la Republica en 2006 y que, haiga sido como haiga sido, perdió frente a Felipe Calderón.
En el plano psicológico, cuando alguien reitera demasiado una aseveración, o no está seguro de lo que postula, o bien es una forma de ocultar sus verdaderas intenciones, sobre todo cuando un día antes López Obrador sostenía que trabajaría otros seis años en el cargo, que le faltaban tres de gobierno, pero como trabaja el doble, serían los seis.
Así que entre muerto y jubilado, es obvio que en sus locos sueños de grandeza, el tabasqueño quiere el manto protector de Madero, pero su aspiración es permanecer más allá del tiempo establecido por la Constitución, como en su momento lo hicieron Benito Juárez y Porfirio Díaz… ¡Ayy, nanita!
Por los resultados alcanzados durante el primer tercio de su gestión, en forma alguna puede afirmarse que ha hecho un buen trabajo.
Hoy los mexicanos, en el mejor de los casos, tienen que realizar un mayor esfuerzo y dedicar más tiempo para obtener los satisfactores básicos; enfrentan mayores dificultades para obtener medicamentos, cuando los hay; y nunca tienen certeza de regresar indemnes a su casas, debido a la incapacidad oficial para atender estos asuntos o, al menos, brindar apoyos y herramientas para mitigar el desamparo.
La pandemia vino a confirmar que la mafia de la ineficiencia del lopezobradorismo carece de limites. El derrumbe de un pequeño tramo de la Línea 12 del Metro es el más reciente ejemplo de un gobierno carente de compromiso con sus representados e insensible hacia el dolor de las víctimas del accidente.
Desde el mundo alterno de los otros datos, el ejecutivo federal vive para la autocomplacencia, cree que todo el país es Paraíso, localidad tabasqueña en donde dice que le dijeron lo de la reelección, que fue música para sus oídos, pero que en nada contribuye a que cumpla su obligación de servir a la población y garantizar un Estado de derecho.
Con un equipo de trabajo impreparado, un partido oficial sin pies ni cabeza y aliados temporales, a conveniencia y connivencia, López Obrador sabe que necesitaría un milagro para que todos los déficits económicos, sociales y políticos que está acumulando no le pasen factura el venidero 6 de junio y para 2024.
Y el milagro podría venir de lo que Stephanie Brewer, directora para México y Derechos de Migrantes de la Oficina en Washington para Asuntos Latinoamericanos (WOLA por sus siglas en inglés) advierte: “el peso de las Fuerzas Armadas dentro y fuera del ámbito de la seguridad puede significar que no hace falta un golpe de Estado para que las instituciones militares ejerzan niveles de poder que, sin constituir un gobierno militar, tampoco hablan de una institucionalidad democrática saludable”.
¡¡¡Ayyy nanita!!!
He dicho.
EFECTO DOMINÓ
Mi pésame y solidaridad para el colega Moisés Sánchez Limón, por la irreparable pérdida de su hijo. Un abrazo y mis condolencias al amigo, compañero y gran periodista.