El ofrecimiento de perdón del presidente Andrés Manuel López Obrador a la comunidad China, asesinada en Torreón, Coahuila, en 1911, tiene múltiples connotaciones, pero encierra una penosa y lastimosa realidad: los mexicanos exigimos lo que no estamos dispuestos a dar.
Exigimos a nuestros vecinos del norte no ser discriminados, pero aplicamos una férrea discriminación hacia nuestros pueblos originarios, por ejemplo.
Pero no sólo eso, infligimos actos discriminatorios en contra de quienes consideramos inferiores por su color de piel, su estatura, su condición socioeconómica o por alguna discapacidad.
De tal suerte que lo expresado, seguramente de muy buena fe, por el presidente López Obrador, ante el embajador de China, en el sentido de que el gobierno mexicano nunca más permitirá el racismo, la discriminación y la xenofobia, está condenado en los hechos a ser letra muerta.
Lo expresado recientemente en ese sentido por el candidato de Movimiento Ciudadano al gobierno de Nuevo León, Samuel García, es una realidad; nuestro México tiene varios Méxicos; a nivel regional se vive una discriminación brutal, los del norte se sienten superiores a los de la Ciudad de México y viceversa.
Hasta hace no mucho tiempo aún prevalecían las pintas en las bardas de colonias de varias entidades con la inscripción: “Haz patria, mata un chilango”.
No se diga el desprecio que los ciudadanos del norte sienten por los paisanos del sur, a quienes no bajan de ser flojos, como lo reflejó Samuel García en sus declaraciones que discriminan a un sector del pueblo mexicano.
Al margen de si el complejo de superioridad del político opositor en ciernes, deviene de uno de inferioridad, lo cierto es que lo expresado por él, revela la existencia de una fuerte y vergonzosa discriminación a nivel regional en el país.
Si se atrevió a decirlo en un momento de campaña política, a sabiendas de que cualquier tropezón le puede significar pérdida de votos, es porque sabe que sus paisanos de entidad respaldan su afirmación.
La mezcla producida entre españoles e indígenas de nuestro territorio produjo un mestizaje interesante en términos socioculturales; sin embargo, también acarreó un fenómeno extraño y paradójico, por lo que padecieron en términos de discriminación de parte de los españoles y criollos.
Ese fenómenos se refleja en que los herederos de ese mestizaje reproducen con potenciado lo que ellos mismos padecieron en su momento.
Basta apreciar en algunos poblados del país la discriminación que se da todavía de parte de mestizos hacia los habitantes de poblados originarios. En una clara y cruel discriminación los mestizos se autodenominan gente “de razón”, en tanto que al resto los consideran simplemente “indios”.
En México hay 43 mil localidades habitadas por población indígena. Según datos del Instituto Nacional de Lenguas Indígenas, 25 millones de mexicanos se reconocen como indígenas y siete millones hablan una lengua indígena, sin duda son una parte importante del país.
De acuerdo con la Encuesta Nacional de Discriminación, dada a conocer por el INEGI en 2017, en México sólo dos de cada 10 trabajadores de piel morena, muy morena o negra ocupa puestos relevantes en su centro laboral.
En tanto que del total de habitantes de piel blanca, por lo menos el 50 por ciento ocupa los cargos de mayor responsabilidad y mejor remuneración.
El estudio da cuenta de la misma situación de discriminación en el ámbito escolar.
La misma situación de discriminación aflora hoy en día a lo largo y ancho del país, en donde se discrimina de manera cruel a las personas morenas, a quienes generalmente se les dice negr@s; a quienes presentan obesidad y se les dice gord@s, a quienes tienen baja estatura y se les dice chaparr@s, eso sin contar a quien tiene alguna discapacidad.
Este tipo de discriminación se da desde los hogares mismos, en las escuelas, centros de trabajo y de diversión, y es aplicada por parte de quienes, en su histórico mestizaje, sienten algún tipo de superioridad.
De esa forma es práctica común entre los mexicanos más pudientes, aunque no exclusiva, que se dé cierto malinchismo e hipocresía en su malentendido nacionalismo.
Y como muestra basta un sólo botón. Arriba el mes patrio y son los más furibundos mexicanos, luciendo bellos atuendos nacionales, pintándose el rostro con los colores tricolores, bebiendo tequila y mezcal, y gritar con fervor el clásico “viva México cabrones”.
Pero pasando las fiestas patrias, parecen renegar de su pasado y en cada celebración social importante aprovechan para sacar a flote su otro linaje, aquel que les viene de sus abuelos españoles, franceses, etcétera, y presumir la tez blanca y ojos azules o verdes de sus antepasados, y menospreciar y discriminar a los que no son de su clase.
Es por ello que me atrevo a decir que lo manifestado por el presidente López Obrador en el momento de pedir perdón a la comunidad china parece estar destinado a ser letra muerta.
Aquella atrocidad cometida en mayo de 1911 contra 303 chinos, bajo la falsa acusación de haber disparado contra los revolucionarios nos retrata como sociedad.
La verdadera razón de tamaña salvajada fue un acto de discriminación y xenofobia, en contra de quienes consideraban seres inferiores, por su piel amarilla y corta estatura, pero al mismo tiempo les inspiraban un profundo temor.
La comunidad china arribó al país en el gobierno de Porfirio Díaz para trabajar en las minas y en labores ferroviarias, se asentó en la zona norte del país, y debido a su gran capacidad de trabajo, disciplina y sentido aspiracional diversificó sus ocupaciones, a grado tal que muchos de ellos competían ya con la gente de dinero de aquel entonces.
Ese fue el motivo real del genocidio ocurrido en Torreón: un verdadero sentimiento discriminatorio de mexicanos.
Lo deseable es que verdaderamente esos fenómenos, ni ninguno de discriminación, xenofobia o segregación ocurra en nuestro territorio, lo cual dista mucho de la realidad, para infortunio de muchos mexicanos.
En Cortito: Nos cuentan que en Campeche están listos los motores de las bases y estructuras de Morena, esa que hizo ganar con un 74 por ciento al entonces candidato presidencial, Andrés Manuel López Obrador en 2018, para conseguir ahora el triunfo de Layda Sansores a la gubernatura. Nos dicen que en el cuarto de guerra de la exsenadora hay optimismo por la información de que el triunfo será de al menos cinco puntos, a pesar de los constantes ataques de la Alianza del PRI, PAN y PRD, así como del candidato de Movimiento Ciudadano, Eliseo Fernández, quien por cierto bajó en la intención del voto después de conocerse un audio bizarro en el que dice que a la gente que tiene servicios públicos “le vale verga ir a votar”. Él dice que la grabación es de hace tres años, lo que preocupa de ella no es sólo cómo se expresa de los campechanos, a quienes pretende gobernar, sino que refleja su personalidad y su manera de pensar y actuar. Lo cierto es que en Morena pretenden obtener carro completo, pues sus datos le dan la victoria en la presidencia municipal de Campeche con su candidato Renato Sales Heredia y demás municipios.
En el Estado de México a 13 días de las elecciones del 6 de junio, la casa encuestadora Parametría da un 40 por ciento de la intención del voto a favor del morenista, Raciel Pérez lo cual le permitirá reelegirse como presidente municipal de Tlalnepantla. Según la muestra levantada del 15 al 18 de mayo en mil viviendas de la localidad, los habitantes de Tlalnepantla están a favor de que Raciel Pérez siga gobernándolos. Los resultados señalan que el candidato del PAN, PRI y PRD, Tony Rodríguez apenas tiene el 26 por ciento del electorado y queda rezagado en el segundo lugar. A pesar de los números, Raciel Pérez intensifica su campaña de recorrer casa por casa en busca del voto masivo para la alianza Juntos Haremos Historia en el Estado de México.