Susana, Fátima, Lucía, Norma y Camila fueron los nombres elegidos por cada una de las niñas que decidió levantar su voz para evitar que sus historias se repitan, y para representar a las dos de cada cien niñas latinoamericanas que, antes de los 15 años, fueron forzadas a continuar un embarazo producto de la violencia sexual.
El 28 de mayo, Día Internacional de Acción por la Salud de las Mujeres, se cumplieron dos años desde que Planned Parenthood Global, el Centro de Derechos Reproductivos, el Centro de Promoción y Defensa de los Derechos Sexuales y Reproductivos (Promsex), Mujeres Transformando el Mundo Guatemala (MTM), el Observatorio en Salud Sexual y Reproductiva de Guatemala (OSAR), Surkuna Ecuador, Fundación Desafío y Asociación de Mujeres Axayacatl iniciaron un proceso de litigio estratégico ante las instancias de Derechos Humanos de Naciones Unidas en nombre de estas cinco niñas sobrevivientes de violencia sexual de Ecuador, Perú, Guatemala y Nicaragua.
1 . Las solicitudes presentadas en aquel momento siguen siendo las de hoy: rendición de cuentas, garantizar el acceso a la justicia y hacer posible la reparación integral para estas niñas.
También promover que los Estados adopten e implementen políticas públicas que protejan los derechos sexuales y derechos reproductivos de las niñas, adolescentes y mujeres, no sólo en América Latina sino alrededor del mundo.
Además de una acción jurídica, la presentación de los casos ante la ONU buscaba visibilizar las graves afectaciones a la salud que las niñas sufren en contextos altamente restrictivos frente a los derechos sexuales y derechos reproductivos.
En la víspera de este Día de Acción por la Salud de las Mujeres recordamos que los Estados están obligados a garantizar los derechos a la salud y a la vida de las niñas, a ser escuchadas en decisiones sobre su cuerpo y su proyecto de vida y a vivir libres de discriminación y violencia. Sin embargo, los avances siguen siendo lentos e insuficientes para abordar las consecuencias de un embarazo no deseado en el bienestar integral de las niñas.
La salud mental y la vida en juego Un embarazo no es solo un proceso físico sino también psicológico, emocional y social, que puede incluso generar situaciones de riesgo para la salud y la vida de las niñas y adolescentes.
Forzar a una niña o adolescente sobreviviente de violencia sexual a continuar con un embarazo resultado de este tipo de violencia afecta todas las dimensiones de su salud, incluyendo la salud mental, generando una afectación emocional que puede incluso llevarla a quitarse la vida. Según el informe realizado en 2015 por el Observatorio de Salud Sexual y Reproductiva (OSAR) de Guatemala: “La violencia sexual y los embarazos forzados generan sentimientos como culpa, miedo, frustración y vergüenza, así como pensamientos recurrentes sobre la situación vivida e intranquilidad”.
Asimismo, el estudio desarrollado por FLACSO en el país centroamericano en 2019 bajo el título Vidas Silenciadas muestra que más de la mitad (57.14%) de las adolescentes guatemaltecas que decidieron quitarse la vida a causa de un embarazo forzado, querían seguir estudiando y tenían sueños sobre sus futuros.