Luego de los tragos amargos por el derrumbe -que no incidente- de un tramo de la Línea 12 del Metro y por la pérdida de la mitad de la Ciudad de México a manos de la oposición, la jefa de gobierno de la capital del país, sabedora de contar con el respaldo total del ejecutivo, va en busca de ser la primera mujer en ocupar la Presidencia de la República. ¿Lo lograra?
Por lo visto en los días recientes, la “cargada” hacia Claudia Sheinbaum nadie la contiene, por el momento. Tanto en el Auditorio Nacional como en la inauguración del Cablebus ha utilizado prendas rojas, quizá para disimular su sonrojo en los eventos públicos donde es vitoreada: “pre-si-den-ta, pre-si-den-ta”.
Y sin sonrojarse en forma alguna, sigue los pasos de su mentor y guía, por lo cual también ha decidido hacer ajustes entre sus principales colaboradores, a fin de evitar posibles descalabros que colapsen su candidatura a la grande.
Debe tenerse en cuenta que, al iniciar la carrera para suceder al primer mandatario, Claudia Sheinbaum tomó la delantera y ha decidido jugarse el todo por el todo por lo que, además de estos y otros cambios futuros, es muy probable veamos ajustes en su actitud en el desempeño de sus funciones.
Más allá de si estos ajustes son decisión propia, queda clara la intención de “fortalecer” su administración. Alcanzar dicho propósito implicaría el relativo abandono de la postura conciliadora que había mantenido en el primer trienio de su gestión, por acciones menos negociadas y, de ser necesario, llegar a la confrontación.
La incorporación a su equipo de trabajo del aún senador Martí Batres como secretario general de Gobierno y de Sebastián Ramírez en la coordinación de Comunicación Social, ambos ampliamente conocidos por su carácter irascible y dogmático, esbozan el fin de la época de trato terso prevaleciente hasta ahora.
Sheinbaum también anunció que José Alfonso Suárez del Real, será el titular de la Oficina de la Jefatura de Gobierno local, en tanto que Carlos Augusto Morales y Luis Ruiz, pasarán a ocupar la Secretaría Particular y la Subsecretaría de Transporte en la Secretaría de Movilidad (Semovi), respectivamente.
Haber perdido el control de la mitad de las alcaldías de la Ciudad de México y buena parte del Congreso local no es un trago fácil de digerir y requerirá de imaginación y capacidad política para mantener la gobernabilidad de la CDMX. El tiempo dirá si estos cambios fueron los adecuados o no.
Hoy, el ala dura de Morena encuentra refugio en la Ciudad de México, luego de quedar relegada en la dirigencia nacional del partido guinda y desde ahí buscará obtener nuevas posiciones que, de lo contrario, quedarían en manos de otros de los destapados.
El momentum actual guarda muchas semejanzas con lo ocurrido hace cerca de una década, en 2012, dentro del Partido de la Revolución Democrática, en el cual López Obrador cedió el control del partido a los “Chuchos” a cambio de obtener su segunda candidatura presidencial, lo que terminó por fracturar al sol azteca.
Así, los retos de Claudia Sheinbaum no sólo consisten en ocultar el sonrojo ante la cargada, sino entregar buenas cuentas de su gestión al frente de la capital del país e impedir que la disputa por Morena, entre moderados y radicales, termine favoreciendo a la oposición, como ya ocurrió en este 2021.
¿Le bastará a Sheinbaum usar prendas de color rojo para distinguirse del tono guinda fúnebre del partido en el poder o necesitará de algo más para ser la corcholata que elija el pueblo -López Obrador, dixit?
He dicho.
EFECTO DOMINÓ
Si usted pensaba que con la salida de Martí Batres del Senado para reforzar a la jefa de Gobierno de la CDMX, Ricardo Monreal tendría vía libre para sus aspiraciones, está en un error. El regreso a su escaño de Gabriel García Hernández, quien dejó mucho que desear como coordinador general de Programas para el Desarrollo, indicaría lo contrario.
@Edumermo