El incremento en los contagios no se da únicamente por la llegada de la tercera ola de Covid-19, también se registra en el número de destapados morenistas a suceder -si el voto los favorece- a Andrés Manuel López Obrador que, en su papel de destapador, aumentó el número de aspirantes, para que los simpatizantes del cuatroteísmo elijan su preferido.
Esta oleada de aspirantes de Morena a la primera magistratura podría derivar en una pandemia política, cuyos efectos pueden resultar más desastrosos a los ocasionados por el coronavirus. La capacidad de infección guinda, puede contaminar a los demás partidos políticos, donde ya se empieza a especular sobre posibles candidaturas presidenciales.
No es gratuito que López Obrador haya adelantado significativamente los tiempos para hablar de su sucesión. Mientras haya un mayor número de aspirantes a ocupar su lugar, independientemente de los colores, el primer mandatario aumenta la posibilidad de que sus errores de gobierno se diluyan, por el debate que se generará entre los candidatos.
Las promesas lopezobradorianas, conforme avanza el sexenio, se ven más difíciles de alcanzar, por lo cual el presidente -marrullero como es- decidió incorporar nuevos distractores.
Lejos está el promedio de 4 por ciento de crecimiento económico y si bien nos va llegará a la mitad, como ha sucedido en lo que va del presente siglo; crecimiento al que el propio López Obrador calificó de mediocre.
En materia de empleo, aún se está bastante retirado siquiera de alcanzar el nivel existente antes de la pandemia, eso sin contar a los cientos de miles de nuevos mexicanos que año con año buscan incorporarse al mercado laboral.
Del sistema de salud tipo nórdico, que debimos haber tenido desde finales del año pasado, ni sus luces; a lo más que se puede aspirar es a que no falten medicamentos y las instalaciones hospitalarias cuenten con los insumos mínimos para cumplir su tarea.
Los 100 mil muertos por homicidio doloso que acumulara en su cuenta López Obrador al terminar su tercer año de gobierno y la mayor preponderancia que adquieren los grupos criminales en regiones cada vez más amplias del territorio nacional, son un lastre que pesará mucho en la gobernanza del país.
Entonces, como la segunda mitad de su gestión no pinta bien, el primer mandatario consideró oportuno abrir el abanico sucesorio. Primero fue, una quinteta, después la convirtió en sexteta y ahora deja abierta la posible inclusión de legisladores y gobernadores, salidos de su cuadra.
Si bien con esta última determinación las alternativas se elevan de manera sustantiva, en honor a la verdad, entre los mencionados y los que se incorporen, los mexicanos podremos encontrar más “fichitas” que corcholatas.
La historia de vida de varios de ellos no es como para presumir. Sus antecedentes como funcionarios públicos han estado marcados por la sospecha de actos de corrupción; en algunos otros casos, han mostrado elevados niveles de incompetencia y unos más reúnen ambas características.
Por los movimientos que se avizoran, tanto en Morena como en los lugares donde gobierna, se puede anticipar que el presidente López Obrador dejará de ser fuerza moral para convertirse en fuerza de contagio politiquero en el sistema político del país.
He dicho.
EFECTO DOMINÓ
Además de destapador, el presidente López Obrador quiere recuperar su rol beisbolero, por lo que hoy envió una bola de humo a la Comisión Permanente como iniciativa para expedir una nueva Ley Orgánica de la Armada de México, con lo cual, “la Secretaría de Marina lleva a cabo la materialización de sus funciones relacionadas con la misión de la Armada de México, distintas de aquellas de carácter administrativo…”
@Edumermo