Ahora que, con todas las de la ley y el voto mayoritario, en el vecino país del norte ya cambiaron a su presidente, de seguro el nuevo mandatario tendrá tiempo para descubrir por qué Max Weber consideró que quien hace política pacta con los poderes diabólicos que acechan a todo poder.
Fantasma Fracasado
A propósito de germanos, para comprender lo que sucede ahora en nuestro país convendría hacer un símil con lo que decía el viejo Marx hace casi 170 años, debido a que se tiene la impresión de que un fantasma ha recorrido por estos días las ciudades, municipios, planicies, montañas, costas y fronteras de la República Mexicana. Pero esta vez lo del fantasma nada tiene que ver con el Manifiesto del Partido Comunista, o el comunismo pregonado por los marxistas de antaño, del cual, como doctrina, ya ni los partidos mexicanos de izquierda se acuerdan, si es que alguna vez tuvieron idea de lo que se trataba.
Efectivamente, no hubo nada de comunismo en esto del fantasma que anduvo por México. La analogía se refiere al manojo de rumores que se soltó como una fantasmagórica manada de búfalos que intentaba arrollar cuanto quedaba al alcance de sus seráficas pezuñas, y el pretexto fue que se le había quitado el subsidio a los combustibles fósiles.
Chispazos inofensivos
Lo bueno fue que la chispa no incendió la pradera, ya que los destrozos causados en algunas ciudades parecen haberse quedado muy lejos de lo que esperaban los generadores de la rumorología que se acompañaba de tenebrosas consignas, pues aunque la difusión de las cibermentiras y virulentas manipulaciones tuvieron como pretexto el «gasolinazo», obviamente, los objetivos de las fallidas levantiscas iban más allá de impedir que desaparecieran los subsidios federales a la gasolina y diésel.
De cualquier forma, aun cuando los falseados y encadenados mensajes que se esparcieron por las redes sociales llegaron a casi todo el territorio nacional merced a las nuevas tecnologías, y potencialmente nadie podía librarse de los mismos, la verdad es que otra vez se cumplió la constante relacionada con el hecho de que a mayor activismo en las susodichas redes, se registra una menor participación física y directa de la población impactada o alcanzada, entre otros, por los nuevos medios cibernéticos, que es lo que aquí se intenta destacar.
Son tigres de papel
Dicho de otra manera, los recién vistos y fallidos efectos de las manipulaciones masivas pensadas e inventadas desde la ciencia ficción y las fantasías mesiánicas, conllevan a inferir que las redes sociales (o cadenas cibernéticas de comunicación) no pasan de ser unos tigres de papel, como pudo haberlo dicho Mao Zedong (antes le decían Mao Tsetung), otro antiguo y más olvidado marxista.
Y también, en el mismo sentido de los tigres de papel y por lo que toca a la agitación política, no faltan quienes digan que las citadas redes parecen ser «un lindo gatito», como diría el clásico Piolín.
Tigres de papel o lindos gatitos, lo cierto es que la producción y difusión de los rumores citados, y que casi nada tuvieron de espontáneos, debieron costar una fortuna, tal vez equiparable a seis meses del subsidio que se destinaba a la gasolina, pero eso poco debió importarles a los patrocinadores de la rumoreada, pues ya estaban metidos en gastos y, por supuesto, ganar la Presidencia de la República, o de perdida la gubernatura del Estado de México, bien vale una misa.
Sedantes sociales
Así, una de las moralejas de este episodio del “gasolinazo” es que quien quiera hacer campañas políticas, de agitación social o electorales con las tecnologías y metodologías que utilizan las redes sociales, mejor que lo piense dos veces, pues las manipulaciones diseñadas para difundirse por las aludidas redes (campañas redizadas), en vez de sacar a los inconformes a las calles a protestar, apoyar o a demandar algo, hasta ahora las nuevas tecnologías han servido para que los usuarios expulsen cibernéticamente sus resentimientos, enojos y desahogos, con tan sólo escribir anónimamente, en sus teléfonos y tabletas, cuanto insulto se les antoje, no importa a quien, y después de hacerlo se tranquilizan y se sienten relajados, sin ganas de ir a marchas, manifestaciones o mítines. Con esto, la clase dominante se ha dado cuenta de que el activismo cibernético ha dejado de ser peligroso, y de manera paulatina se convierte en otro más de los sedantes sociales que se encuentran disponible en ciudades y municipios.
Son Catastrofistas
Pero con o sin rumores y manipulaciones digitalizadas mal hechas y peor diseñadas, el país tiene que seguir su marcha, aun cuando los expertos en pronosticar desastres socioeconómicos y políticos, junto con los desesperados por sentarse en la silla presidencial a cómo se pueda, nos digan que México está al borde del desastre.
Sólo que estas interpretaciones catastrofistas no pasan de ser exageraciones para vendernos la idea de que necesitamos rescatistas; pero están fuera de lugar porque nuestro país ya ha pasado por situaciones más difíciles, como las que se vivieron en el siglo XIX cuando tuvimos invasiones militares de dos grandes potencias y también predominó la voracidad política de los grupos que peleaban con todo por la Primera Magistratura. Sin embargo, México salió adelante y así también será ahora, cuando, contra los usos y costumbres, con años de anticipación los y las aspirantes a la Presidencia de la República, iniciaron sus precampañas (incluidas las guerras sucias en las redes sociales) para conseguir la postulación al cargo más añorado por la clase política.
Por Iván Herrera.
Fotografía cortesía de Sr. Hostil.