El billón de pesos que ingresarán al país este año por concepto de remesas, es una cifra sin precedentes, no sólo por su monto, sino por representar casi 3.5 veces más que los apoyos, vía los programas sociales, del gobierno. A pesar de ello, tres millones de mexicanos cayeron en pobreza extrema y el salario se precarizó.
Es decir, 1.3 billones de pesos son insuficientes para atemperar las desigualdades, sobre todo si se consideran las fallas conceptuales y de ejecución de los mencionados programas, los cuales se pretende exportar al mundo mundial.
El único programa exitoso -por así decirlo- es el de la pensión para adultos mayores, cuyo único requisito es tener más de 65 años; en menor medida, las becas a estudiantes de distintos niveles de estudios. En los demás, que implican esfuerzos personales, los resultados son magros.
Los reveses registrados en varios de ellos, de manera señalada “Jóvenes Construyendo el Futuro” y “Sembrando Vida”, a pesar de que recibirán mayores recursos en 2022, de manera global prácticamente mantienen los niveles de 2019.
El Centro de Investigación Económica y Presupuestaria (CIEP) ha realizado diversos estudios sobre este asunto, concluyendo que diversos programas sociales del gobierno federal tuvieron un presupuesto “robusto” en los primeros dos años de esta administración, pero han disminuido debido a factores como la carencia de un diseño adecuado o de sistemas efectivos para dispersar las transferencias monetarias.
De acuerdo con datos oficiales, el programa Jóvenes Construyendo el Futuro tuvo fondos por 40 mil millones de pesos en 2019, lo cual dejaba ver que “la apuesta por ellos era muy grande”, pero en 2020 bajó a 25 mil millones, para 2021 ascendió a 20 mil 600 millones de pesos y para 2022 podría ascender a 21 mil 196 millones de pesos.
En tanto, el otro programa del que tanto se ufana el primer mandatario, Sembrando Vida, siguió los mismos pasos de reducción de presupuesto. Mientras 30 mil millones de pesos para un millón de hectáreas, el programa Sembrando Vida en 2019, se le destinaron 30 mil millones de pesos, en 2020 sólo le asignaron 25,130 millones, 28 mil 929 este año y se tienen presupuestados 29 mil 447 millones de pesos para 2022.
Además de estas desventuras operativas, el CIEP advierte de riesgos potenciales por la falta de recursos fiscales suficientes, donde el gobierno tiene poco margen de maniobra, puesto que a los ingresos totales del país se le deben restar gastos ineludibles, como el pago de las pensiones, la deuda externa y las transferencias a las entidades federativas.
Según sus cálculos, queda apenas 2.1 por ciento del producto interno bruto como espacio fiscal, que se utiliza para salud, educación y programas sociales. De ahí la política fiscal severa propuesta por el gobierno.
Quizá por esa razón el presidente Andrés Manuel López Obrador celebra y se enorgullece porque año con año, las remesas que envían nuestros compatriotas año con año crecen de manera importante, lo cual permite disimular los nano resultados de los programas estrella de su administración.
Las limitaciones fiscales serían la razón verdadera del pase de charola, a nivel mundial, que pretende López Obrador para compensar lo que no alcanzan a cubrir las remesas ni sus políticas fiscal y económica y no porque sea un modelo a seguir.
He dicho.
EFECTO DOMINÓ
Aun cuando Joe Biden propuso una reunión de “los tres alegres compadres” firmantes del T-MEC, el embajador de EU en México, Ken Salazar, señaló que a las empresas estadounidenses les preocupa la reforma eléctrica propuesta por el mandatario mexicano.
@Edumermo