Pasado el día de las cuentas alegres, al amparo del imperio de los otros datos, hoy los mexicanos nos damos cuenta de que las cosas no son como las platica el presidente sin nombre; que la economía crecerá menos y que los productos y bienes nos salen y saldrán más caros.
El último mes del año, en vez de ser motivo de alegría y bienaventuranza, se presenta con obstáculos adicionales, que ni siquiera el aguinaldo ayudará a mitigar los efectos nocivos de las políticas de un gobierno incompetente que, además, piensa mantener las mismas ideas y estrategias.
De las pocas cosas ciertas que mencionó el mandatario, durante su mensaje con motivo de tres años de gestión, fue que los mexicanos no tenemos paz y que su política de abrazos y no balazos tardará para lograr pacificar al país.
Anclado en los años 70’s del siglo pasado, el mandatario innombrable, que un día antes amagaba con señalar a los legisladores estadounidenses que no apoyaran la propuesta del presidente Joe Biden para legalizar a 11 millones de compatriotas, hoy tiene que aceptar imposiciones de su vecino del norte.
Por ejemplo, ahora apela a “razones humanitarias”, la aceptación de la decisión del gobierno de Estados Unidos para que nuestro país vuelva a convertirse en receptor de migrantes rechazados, a través del programa “quédate en México”, por lo que la situación en los albergues fronterizos puede tornarse caótica.
Por si fuera poco, el gobierno mexicano piensa emplazar a su vecino del norte por su política automotriz, que busca darle preferencia a los vehículos eléctricos fabricados en su territorio, imponiéndole aranceles, al considerarlo competencia desleal.
Montado en su macho de no dar certeza a los hombres de negocio, difícilmente logrará concretar el tercer paquete de inversión en infraestructura, arrancó hace dos años y que nunca alcanzó los montos prometidos, 1.5 billones de pesos.
Tiene poco valor presumir los significativos aumentos al salario mínimo o la recuperación de empleos a niveles previos a la pandemia, si cada día que pasa un buen número de trabajadores engrosa las filas de quienes se encuentran en pobreza laboral.
De acuerdo con cifras oficiales, durante el mandato del ejecutivo federal sin nombre, la inversión productiva –tanto pública como privada- cayó en cuatro puntos del Producto Interno Bruto, al pasar en estos tres años de 22 a 18 por ciento del PIB, no obstante los miles de millones de pesos destinados a sus obras distintivas.
Y mientras logra darle forma a sus sueños guajiros, otros miles de mexicanos fallecerán antes de concluir el año, ya sea por la pandemia –millones no se han vacunado o que no tienen la dosis completa, la falta de medicamentos para enfermedades como el cáncer- o por la inseguridad y la violencia.
Si en anteriores gobiernos las cosas medio funcionaban, con la destrucción de instituciones y la eliminación de programas emprendida por el mandatario sin nombre, se está cada vez más lejos de que las responsabilidades gubernamentales se puedan cumplir.
No hay capacidad ni talento en el equipo presidencial; por lo que ante los constantes yerros, salpicados con actos de corrupción en algunos casos, y por no querer dar su brazo a torcer de promover la participación del sector privado, el innombrable usa la vía rápida –no siempre eficiente ni pulcra- del estatismo-militarismo.
Así, mientras el inquilino temporal de Palacio Nacional puede afirmar: ahora soy yo, quien vive feliz, la inmensa mayoría de los mexicanos tendremos un frío y duro invierno.
He dicho.
EFECTO DOMINÓ
La oposición ¿aceptaría nominar como candidato a la Presidencia a Marcelo Ebrard o Ricardo Monreal, sobre todo si se han declarado cuatroteístas de hueso colorado?
@Edumermo