Aunque cuestiona los videojuegos y les atribuye cualidades violentas, tal vez valdría la pena que el presidente sin nombre tomará algunas lecciones de Nintendo y, así, poder atrapar a los hijos del Chapo Guzmán y ganar puntos con Joe Biden.
Quizá también aprendiera de los videojuegos algunas tácticas para capturar a los malosos y, de esa forma, recuperar el tercio del territorio nacional que está bajo el control de grupos criminales.
Igualmente valdría la pena que en las prácticas de Nintendo lo acompañaran todos los integrantes del gabinete de seguridad, a fin de poder unificar criterios de cómo combatir a la delincuencia organizada, que ha mostrado una capacidad de innovación y flexibilidad para diversificar sus actividades, que envidiaría sus colaboradores en la materia.
Los más de dos años de reuniones madrugadoras han sido frustrantes por los resultados que arrojan, no obstante que se ha duplicado el número de elementos responsables de la seguridad pública, interior y nacional.
De poco han servido los miles y miles de millones de pesos canalizados a las fuerzas armadas y a la Guardia Nacional, incluida la construcción de cuarteles, si los homicidios dolosos, el secuestro, el cobro de piso, la trata de personas y la imposición de autoridades se encuentran en auge.
Ante la decisión del gobierno norteamericano de llevar a cabo acciones más decisivas para combatir el tráfico de drogas y atrapar a los principales cabecillas, el mandatario sin nombre finalmente decidió dar un informe sobre su estrategia de combate a la delincuencia.
Como es común, las estadísticas que presentará al inicio de la próxima semana se sustentará en “los otros datos”, que utiliza como manera para negar la realidad.
La recurrencia de proseguir con la estrategia, totalmente análoga, de “abrazos, no balazos”, revela que sus conocimientos sobre los videojuegos es pobre, pero suficiente para dar rienda suelta a su proclividad a dar cuentas de su gestión.
Sin embargo, de manera constante le aparece en su IPhone 13 la leyenda “game over”, pues no encuentra los atajos para disminuir los alrededor de 110 mil cadáveres con los que terminará 2021.
Aun así, dominado por su necedad, el presidente sin nombre se pone bravo y anticipa que la captura de los narcotraficantes mexicanos corresponde a su gobierno, aunque no ha logrado atrapar a ninguno de los grandes capos de la droga.
Cuando hubo la oportunidad de hacerlo con Ovidio Guzmán -como diría el cronista deportivo-: lo tenía, era suyo y lo dejó ir.
Hoy, la decisión del gobierno estadounidense le brinda una nueva oportunidad al mandatario mexicano de reivindicar su compromiso de combatir el narcotráfico, aunque eso signifique dejar de lado su amistad con la abuela de “los chapitos”.
La violencia virtual en los videojuegos no es del agrado del presidente sin nombre; la violencia y muerte reales que generan los hijos de Joaquín Guzmán Loera, en cambio, no le conmueven
He dicho.
EFECTO DOMINÓ
Los nuevos impuestos a los hábiles cobrarán a los habitantes de la Ciudad de México, seguramente restarán simpatías a “la chica de rojo”.