Recargado con sus tamales de chipilín, el presidente sin nombre y sin estatua y los integrantes de su gabinete, vuelven a anunciar grandes proyectos para ver si ahora sí pueden cumplirlos, toda vez que en los primeros tres años quedaron truncos.
Según el mandatario sin nombre y su mafia de la ineficiencia, en el tiempo que resta a la presente administración la economía crecerá 15 por ciento –a razón de 5 por ciento anual-; se terminará el aeropuerto de Santa Lucía, en poco menos de dos meses, aunque las vialidades para llegar estarán listas y completas hasta 2023.
Terminal aérea que, según la visión presidencial, es uno de los mejores aeropuertos que se están construyendo en estos tiempos en el mundo mundial.
También se concluirá el Tren Maya y casi casi, por ésta, juran que no volverán a talar ni a trasplantar ningún árbol en su nuevo trazo, no vaya a ser que la madre naturaleza les retire la autorización otorgada en 2019 y los fuerce a avanzar por otro derrotero.
También, ya dijeron que a fines del presente año, tendrán listas las dos mil 700 sucursales del Banco del Bienestar; buena la construcción de los locales, porque será hasta finales de 2023 cuando ya puedan estar en operación completa, aunque el secretario de la Defensa Nacional, Luis Crescencio Sandoval dijo que, a la fecha, entre readecuaciones y edificación suman poco más de mil 200.
Dado que en 2021 ni cerca estuvo de lograr la conexión a internet en todo el territorio nacional. El mandatario innombrable reiteró sus buenos propósitos de que habrá este servicio en todo el país, aunque evitó comprometerse con una fecha precisa.
Por su parte, la secretaria de Economía, Tatiana Clouthier, anunció un nuevo plan para reactivar la economía, dado que el que habían puesto en marcha hace un año, nomás no funcionó, lo mismo que el tercer paquete de inversión en infraestructura, que guarda el sueño de los justos.
De acuerdo con la funcionaria, el reciclado plan reactivador se sustentara en cuatro ejes: mercado interno, empleo, sectores y regiones; fomento a la inversión; comercio internacional, e impulso a la competitividad.
Para lograrlo, el cuatroteísmo se compromete a “enfocarnos en poner condiciones ideales, porque a final de cuentas son ellas –las empresas- las que ponen la inversión y generan los empleos”.
Sin embargo, los buenos deseos pueden topar con el sentido y orientación de la reforma eléctrica que habrá de discutirse en la presente legislatura. Las posturas diametralmente opuestas entre el oficialismo y los hombres de negocio, de dentro y fuera del país, y el enrarecimiento del clima, pueden frustrar cualquier convergencia de puntos de vista.
Si recordamos las palabras del presidente sin nombre cuando inició su mandato de trabajar el doble de sus predecesores, por lo cual su gestión sería el equivalente a dos, ya concluyó su primer sexenio con una economía sin crecimiento real y los únicos aumentos se registran en pobreza y desigualdad.
Así de que cuando afirma que se apurará para dejar concluida la obra transformadora, en realidad está aceptando que las condiciones ruinosas en las que tiene al país, por más que se apresure apenas igualará las existentes a su llegada al poder.
Con base en la temporalidad presidencial, su segundo sexenio está arrancando, pero en realidad es una especie de reinicio donde se buscará corregir los entuertos creados durante el primer periodo.
Volver a empezar, para llegar al punto de partida. Eso sí con obras que, tal vez, en un futuro no tan próximo, después de pagar las deudas que nos endilgaron, representen algún beneficio.
He dicho.
EFECTO DOMINÓ
En esta cuarta ola de Covid-19, ¿se sabe si el gobierno federal mantiene los apoyos funerarios de 11 mil 660 pesos a los deudos de cada una de las víctimas?, toda vez que no se ha anunciado su desaparición.
La sospecha de que se hayan convertido en “aportaciones” al movimiento cuatroteísta, debe despejarse a cabalidad.
@Edumermo