La parafernalia cuatroteísta de los últimos días, más que una manifestación de vigor, semeja el canto del cisne. La algarabía y el jolgorio ocultan temores porque a mí, como al presidente sin nombre, sin estatua y sin gracia, que no me vengan con ese cuento de que ellos son el pueblo y para el pueblo.
Muy orondos por ser transgresores consuetudinarios de las normas, porque sienten contar con la investidura protectora del titular del ejecutivo, que ha trascendido a su antecesor; pasó del “no te preocupes Rosario” al “no tengas miedo Augusto”, como manifestación nítida de un gobierno chicharronero.
Lo único cierto es que en sus afanes complacientes hacia el mandatario sin gracia, el cuatroteísmo todo nos ha mostrado y demostrado que nuestros impuestos, por arte de magia, se convierten en “aportaciones para el movimiento” que, después de tres años de gobernar, ya da muestras de una esclerosis múltiple.
Por los resultados arrojados a lo largo de 40 meses, donde las grandes ausencias se manifiestan en nulo crecimiento económico, inseguridad galopante, violencia, sin medicinas ni un sistema de salud eficiente, entre otros males, se puede concluir que los mexicanos tenemos un gobierno con capacidades indiferentes o incapacidades diferentes.
Su mayor y tal vez único mérito, consiste en su enorme capacidad para el engaño y el autoengaño. La pretensión de mostrarse como incorruptibles, se sustenta en los dichos presidenciales de que ellos no aceptan moches ni sobornos; hoy a esa práctica, la llaman “persuasión”, que al menor contrato la esgrimen como su principal ariete para allegarse de los recursos públicos.
Ufanos por el festín de violaciones a las leyes que están haciendo para ver si logran reunir los 30 millones de votos obtenidos hace casi cuatro años, no sólo es burdo por sus excesos; es un agravio para los cuatro millones de nuevos pobres que llevan acumulados.
El carnaval que quieren montar de aquí al 10 de abril, en realidad es para ocultar que no tienen los recursos económicos ni intelectuales para satisfacer las necesidades de la población. Menores ingresos por impuestos y mayores gastos para pagar deudas son una mezcla que más temprano que tarde les estallará en las manos.
Por eso es que, en los días que corren estamos siendo testigos de una -esta sí- operación de Estado, golpista que, con fuegos artificiales quiere esconder sus verdaderas intenciones: establecer un régimen autoritario y el exterminio de los opositores al costo que sea necesario.
La miopía y falta de principios mostrada y demostrada por el gobierno cuatroteísta, le impide percatarse que los brotes de inconformidad, por aquí y por allá, son el embrión de un movimiento social, económico y político mucho más amplio que está dispuesto a defender instituciones, valores y derechos fundamentales.
El ejercicio del 10 de abril, a pesar de la fatuidad y victimización con la que lo quiere manejar el primer morenista del país y su claque, servirá para mostrar que el cuatroteísmo es, en realidad, un cuerpo informe, contrahecho, parapléjico, que va dando tumbos por doquier.
Fue tan obvio en las elecciones de 2021, la intervención de algunas organizaciones de delincuentes, que merecieron el reconocimiento del presidente sin gracia, que para la consulta ha preferido que las fuerzas armadas sean las prótesis que le permitan llegar al final del camino.
Nadie cree en el cuento de que el proselitismo castrense y de los servidores públicos no es proselitismo, ni que la persuasión no son cochupos.
He dicho.
EFECTO DOMINÓ
¿Qué pasaría si por la magnitud de la reiterada transgresión del marco legal y del uso discrecional de recursos públicos para promover la consulta condujera a declarar la nulidad de este ejercicio?
@Edumermo