Por Mario Zapata
Sabemos que nuestra Constitución es una de las más complejas, pero también de las más completas que existen en el mundo. ¿Por qué iniciar con esto? Muy sencillo, porque es la Carta Magna, donde se albergan todos los preceptos básicos de la división de poderes y las facultades que tendrá cada uno para evitar atropellos en las competencias entre los niveles de Gobierno.
El artículo 115 prevé la capacidad de los Ayuntamientos para proponer a las legislaturas estatales las cuotas y tarifas aplicables a impuestos, y de administrar libremente su hacienda. Esto implica que pueden generar sus propios mecanismos de tributación, para percibir los ingresos necesarios que permitan cubrir las necesidades básicas de servicios para su población.
Es preciso que comience a cambiar el esquema. No puede ni debe continuar la costumbre en México de estirar la mano para exigir recursos al gobierno federal; los Ayuntamientos tienen que aprovechar la potestad que la Constitución les otorga en materia tributaria.
Las necesidades continúan incrementando y la capacidad de las familias para cubrirlas son cada vez menores, la población sigue creciendo y los gobiernos municipales no se dan abasto para atender todos los conflictos y requerimientos en sus demarcaciones. Una mejor recaudación es una excelente oportunidad para que exista de verdad el municipio libre. Ya es suficiente de que los Ayuntamientos se limiten a exigir, y atacar o conmiserarse cuando no consiguen lo que quieren. Los mexicanos merecen Presidentes Municipales con la sensibilidad y capacidad necesarias para desarrollar estrategias eficaces de tributación; la hacienda pública no es un botín para pelearse desde diversas trincheras, es un compromiso y una responsabilidad del gobierno con su gente.