Por RENATO SCHIAFFINO
La pandemia del COVID-19 alcanzó a nuestro país y las afectaciones no fueron menores. En una nación tan futbolera como México, en la que nos quedamos con las ganas de ver si el Cruz Azul por fin tendría un título de liga; o desde la afición a la lucha libre en donde se mantiene el suspenso de quien perdería la cabellera en la Arena México en un duelo a disputarse como homenaje a dos leyendas, nos muestra como eternos expectantes de triunfos o combates que no sabemos cuando llegarán.
Sin embargo, el deporte y el espectáculo en masa no han sido los únicos afectados también hay apasionados a ejercitarse al aire libre o en gimnasios o aquellos que disfrutan de alguna disciplina, ya sea amateur o profesional, se han visto interrumpidos hasta nuevo aviso.
El objetivo de este texto es abonar a la concientización. En México, a diferencia de Europa, tenemos por un lado un bono demográfico de gente joven y, por el otro, un acumulado de obesidad en la mayoría de la población, incluida la del bono demográfico.
Estamos en el momento justo para que los jóvenes comiencen a ser activos deportistas y no solo espectadores, en todas las disciplinas y desde casa de ser posible.
Estamos en el momento en que el sistema educativo puede encausar a la educación física como una actividad imprescindible en la formación plena del alumnado, incluso plantear la posibilidad de tener tareas en casa que podrían hacerse en familia o con amigos o vecinos.
El COVID-19 nos mostró nuestra vulnerabilidad debido a la gran cantidad de personas adultas mayores que padecen de hipertensión, diabetes y obesidad.
Medidas como las tareas de educación física en casa, no sólo nos estaría salvando de un futuro decadente en materia de salud pública, sino que sería una medida de prevención para crisis venideras y un gran cambio de paradigma para la calidad de vida de las personas.