El movimiento estudiantil de la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEMéx) se encuentra en un punto crítico, donde ha perdido dirección, estrategia y cohesión, de acuerdo con documentos que han filtrado integrantes del movimiento que están en contra de la radicalización que han tomado algunos estudiantes.
De ser una fuerza unificada en favor de una reforma estructural de la institución mexiquense, el movimiento ya muestra señales claras de desgaste, fracturas internas y posibles traiciones desde dentro, como lo revela el “Reporte UAEMEX_anonymous”, alojado de forma pública y sin resguardo en el propio servidor de la página oficial de la Reforma UAEMéx.
Y es que el documento evidencia múltiples fotografías que apuntan a prácticas poco claras dentro del movimiento y dejan entrever una lucha intestina que podría estar acelerando su colapso. Las imágenes, lejos de fortalecer la causa, exhiben desorganización, posibles actos indebidos y una intención —de algún sector del propio movimiento— por evidenciar a sus compañeros.
Una de las fotografías muestra, por ejemplo, a una mujer siendo tatuada presuntamente en una sala de maestros de la Facultad de Arquitectura y Diseño. Otra revela fogatas improvisadas dentro del plantón, lo que plantea dudas no sólo sobre la seguridad de quienes acampan, sino sobre el uso de instalaciones universitarias para actividades ajenas a lo académico.
También aparece un reglamento escrito en pintarrones con reglas “de autogestión”, acompañado de anotaciones sarcásticas agregadas digitalmente. Lejos de demostrar organización, estas imágenes exhiben un movimiento cada vez más dividido y desbordado.
Más allá del contenido gráfico, lo realmente alarmante es el contexto: las fotografías no fueron publicadas por autoridades universitarias ni por medios externos, sino que fueron encontradas dentro de una carpeta de propuestas estudiantiles, lo que sugiere una filtración interna con intenciones de desprestigiar desde adentro.
El Enjambre Estudiantil Unificado, que se ha erigido como rostro visible de la protesta, aún no se pronuncia sobre esta filtración ni sobre los indicios de conflicto interno.
Sin embargo, la evidencia apunta a una realidad cada vez más difícil de ocultar: el movimiento ya no es un bloque compacto, y lo que parecía una causa unificada ahora se enfrenta a un escenario de desconfianza, desgaste y división.
A esto se suma el hecho de que los actos de protesta comienzan a perder legitimidad frente a la opinión pública. Pintas en monumentos históricos, daños en espacios universitarios y un lenguaje de confrontación que ha escalado, están minando el respaldo social que el movimiento había logrado en sus primeras semanas.
De igual forma, como parte de las tensiones internas, recientemente un grupo de paristas intentó tomar el edificio conocido como “UAEMitas”, donde se encuentra la oficina de la abogada general de la universidad.
El intento derivó en una confrontación entre los propios manifestantes, lo que refleja el creciente descontrol dentro del movimiento. La falta de consensos y el uso de la fuerza como mecanismo de presión interna evidencian una peligrosa radicalización y una ausencia de liderazgo claro.