Investigadores de la Universidad Autónoma Metropolitana trabajan en el diseño y construcción de un ventilador invasivo ante el desbasto de insumos en México frente a la pandemia por COVID-19.
El grupo pertenece al Centro Nacional de Investigación en Imagenología e Instrumentación Médica (CI3M).
Joaquín Azpiroz Leehan, académico del Departamento de Ingeniería Eléctrica de la UAM, recordó que el CI3M se ha dedicado desde su fundación al desarrollo de dispositivos médicos.
Por ello, ante la necesidad de contar con un mayor número de ventiladores para encarar la emergencia sanitaria por el coronavirus, están creando un instrumento que cumple con las especificaciones emitidas recientemente por la Secretaría de Salud para auxiliar a los pacientes.
En asociación con el Departamento de Ingeniería en Sistemas Biomédicos de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) –que tenía un prototipo desde hace más de diez años que nunca fue aplicado– “hemos trabajado de manera conjunta, en particular con el maestro Serafín Castañeda Cedeño y el doctor Luis Jiménez Ángeles –egresado este último del posgrado en Ingeniería Biomédica de la UAM y ex colaborador del CI3M– en un nuevo modelo basado en la experiencia que tenemos en el tema de circuitos de aire”, expresó.
Realizaron un modelo híbrido que cumple, no sólo con las disposiciones antes mencionadas, sino también con los parámetros legales, incluida la ISO 13485, que exige un registro de las disposiciones de diseño y las acciones llevadas a cabo, desde el boceto de los equipos y dispositivos médicos.
Lo anterior significa no solamente armar una unidad y someterla a prueba, sino documentar todo: especificaciones, modificaciones y componentes certificados.
Una de las ventajas primordiales de este esquema es que cumple con las normas recién emitidas por la Secretaría de Salud para los ventiladores, que tienen que ver con volúmenes y modos de control, entre otras características que deben ser validadas y que otros prototipos no cumplen.
Otra particularidad es un proyecto híbrido que puede conectarse directamente a las instalaciones del hospital, es decir, a los conductos de gases –aire comprimido y oxígeno– o ser impulsado por un compresor.
“Es un sistema básico con dos posibles fuentes de suministro de gases: la alimentación de los hospitalarios y un sistema autónomo de compresión y mezcla”, expresó el especialista.
Una ventaja más es que el aparato se entregará junto con un paquete de capacitación para el usuario y de soporte técnico en casos de descomposturas y fallas, o de reemplazo, si fuera preciso.
Los componentes son un sistema de potencia neumática y otro de censado; unidad de control y alarmas; interface con el usuario; despliegue de la operación; circuito de conexión al paciente, y diseño industrial, entre otras consideraciones de ingeniería y asuntos regulatorios.
En relación con el déficit de ventiladores para atender la pandemia por el coronavirus, el doctor Azpiroz Leehan expuso que en el país hacen falta unas diez veces más que en Alemania, entre otras naciones industrializadas.
“En este momento se tienen cinco mil 200 y serían necesarios otros diez mil, como mínimo, para estar en una situación en la que se cubriera lo más importante de la emergencia”, aseguró.
El grupo de investigación está en condiciones de entregar entre mil y dos mil ventiladores para el mes de junio o julio y se encuentra en busca de socios que puedan hacer la parte de escalamiento de la fabricación, entre ellos MABE o FORD, que han mostrado interés para prestar su capacidad, con lo que se estaría en posibilidades de manufacturar diez mil, 20 mil o los que se requieran, ya que duplicarlo no es difícil, dijo el académico.
También busca financiamiento por parte del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, así como de los gobiernos capitalino y del Estado de México, ya que la intención es “entregar diez prototipos en un par de meses y tener lista toda la línea de producción para hacer dos mil en cuestión de días” y seguir después a escala industrial.
Los trabajos en torno al ventilador son coordinados por los doctores Emilio Sacristán Rock y Azpiroz Leehan, investigadores del CI3M de la Unidad Iztapalapa de la UAM, así como por el maestro en Ingeniería Castañeda Cedeño y el doctor Jiménez Ángeles, por parte de la UNAM.
Con información y fotografía de la UAM.