La presión por renovar flotas, corregir saturaciones operativas y responder a la transición energética que avanza en el mundo se suma, en el autotransporte de México, a un escenario de unidades envejecidas, infraestructura limitada y déficit de operadores que complica cualquier estrategia de actualización tecnológica. Este contexto fue el punto de partida del panel “Modernización del autotransporte”, en el que especialistas nacionales y extranjeros coincidieron en que el mercado mexicano presenta una marcada desigualdad en la edad y el desempeño de sus vehículos.
En su intervención, Alejandro Osorio, presidente del Comité Organizador de Expo Transporte ANPACT y moderador del panel, resaltó la relevancia de datos precisos para orientar la toma de decisiones. Explicó que el tamaño del desafío demanda revisar modelos internacionales. “La modernización del autotransporte sostenible exige cooperación, datos y decisiones con base en evidencia”, mencionó al insistir en evitar acciones improvisadas.
Durante el análisis, Jesús Padilla, presidente fundador de la Asociación Mexicana de Transporte y Movilidad (AMTM), señaló que la distancia entre los distintos segmentos se amplía cada año. Indicó que el transporte privado opera con unidades de entre ocho y diez años, mientras que el servicio público federal llega a aproximadamente diecinueve años de antigüedad, con rezagos tecnológicos en emisiones.
En materia técnica, Leonardo Gómez, presidente Ejecutivo de la Asociación Nacional de Transporte Privado (ANTP), describió ventajas concretas de la flota moderna. Afirmó que estos vehículos pueden registrar reducciones de hasta 90% en emisiones y generar ahorros cercanos a 20% en combustible respecto a modelos de hace dos décadas.
Dentro del intercambio internacional, el embajador de Suecia en México, Gunnar Alden, subrayó que “la inversión es muy importante” para impulsar avances sostenibles. Agregó que la coordinación entre academia, autoridades, empresas y sociedad civil permite trazar rutas de largo plazo para modernizar el sector.
Respecto al financiamiento, Padilla aclaró que México requeriría al menos 100 mil millones de pesos anuales para mantener sistemas operando, renovar unidades y evitar trasladar costos a los usuarios del transporte público.
El análisis ambiental estuvo en manos de Johanna Wysluch, directora de proyectos de la cooperación alemana GIZ, quien recordó que la transición energética implica atender procesos posteriores a la vida útil de los vehículos. Señaló la importancia del reciclaje, la recuperación de materiales y la segunda vida de baterías.
En los comentarios finales, los participantes encabezados por Osorio destacaron que los desafíos del autotransporte son más amplios que lo técnico. Mencionaron que la antigüedad de flotas, la falta de operadores, la infraestructura insuficiente y el rápido avance energético exigen fortalecer capacidades institucionales.
Los especialistas concluyeron que los discursos de modernización avanzan más rápido que los presupuestos disponibles. Advirtieron que esta diferencia amplía la brecha entre necesidades del sector y recursos que se asignan, por lo que promovieron colaboración y visión integral hacia un transporte sostenible.















