Hoy, 15 de junio, bien puede ser el Día Nacional de la Corrupción (a reserva que «La Casa Blanca» se haya llevado el homenaje). Y es que ayer, finalmente, hubo una resolución respecto a la Ley Anticorrupción: se pasó, pero muy a modo y muy a conveniencia: no será obligatoria y, en el caso que alguien decida llevar a cabo su 3de3, no será pública.
Primero, Sergio Sarmiento (Reforma) se mantiene escéptico y señala el nacimiento de una nueva «burocracia»: el Sistema Nacional Anticorrupción. Propuesta y llevada a cabo con Miguel de la Madrid, rebautizada en 1994 y 2003, para ser erradicada del mapa político en 2009, ya habíamos tenido un órgano de características similares: la Secretaría de la Contraloría General de la Federación. Burocracia que no enseña resultados. La corrupción, dice el periodista, no es cultural, como ha declarado el Presidente, sino institucional. Antes de crear más instituciones, purguemos las que tenemos.
Yuriria Sierra (Excélsior) se pregunta, ¿qué no fue golpe suficiente el que se recibió en las urnas el pasado 5 de junio? Pareciera, en todo caso, que no. A pesar de advertir el voto de castigo a diversos regímenes corruptos, la Comisión Anticorrupción decidió hacer caso omiso y no respetar la petición ciudadana respaldada por más de 600 mil firmas. Si el mensaje de las urnas no fue tan doloroso como debió haber sido, habrá que agravar el golpe en 2018.
Por su parte, Manuel J. Jáuregui (Reforma) nos habla de la Ley 0de0. Se decidió, sí, a favor de la transparencia entre la misma esfera política y arcana. Se votó en contra, antidemocráticamente, de la transparencia para todos; del nuevo compromiso de confianza entre la persona y su representante. Con una suma abrumadora de votos a favor (sólo 4 estuvieron en contra), se aprobó una ley que dista cuantiosamente del proyecto original propuesto por nosotros, la democracia.
En una cuarta columna más alejada del tema, aunque no por completo, Héctor Aguilar Camín (Milenio) enumera «los pendientes de la nación» a los que la Presidencia de Peña no ha podido responder efectivamente. La columna se titula «Dilema de Peña: ¿el país o el PRI?».