Las redes sociales y la alta conectividad en el mundo y en el país, generan una gran cantidad de oportunidades al adaptar la comunicación instantánea y las herramientas tecnológicas a diferentes aspectos de nuestra vida cotidiana: aplicaciones de todo tipo, smartphones, georreferencias, conectividad entre latitudes jamás imaginadas, tráfico en redes sociales, gobierno electrónico, automóviles inteligentes, drones, en fin.
De acuerdo con el INEGI la penetración del internet en México y sus usos son:
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Estas cifras y diferentes experiencias nos permiten hablar de un cambio social profundo, sin embargo, paralelo a esta serie de oportunidades vienen consigo retos, y fenómenos que se vuelve urgente atender como: la protección de datos personales, el ciberbullying, la identidad digital, los fraudes digitales, los derechos humanos, la pornografía infantil o trata de mujeres a través de redes sociales y todas las nuevas formas que el delito adopte en este espacio.
Ante este contexto y considerando los tiempos en que se desarrolla y evoluciona la tecnología, nos encontramos en una balanza desequilibrada al responder a estas problemáticas con un retraso considerable en la normatividad, institucionalización, concientización y sanción, que además tienen la difícil tarea de regular la dinámica digital respetando la privacidad, los derechos humanos de los usuarios y garantizando el pleno uso de la red.
Para tomar un caso, la protección de datos personales se coloca como una problemática del ciberespacio que tiene consecuencias muy reales, así, no son raras las historias sobre el manejo indiscriminado de datos, en donde las empresas realizan grandes transferencias de datos a otras sin el conocimiento ni autorización de los propietario, con lo cual el nombre, dirección, edad, teléfono, correo electrónico, perfiles de redes sociales y otros datos sensibles como la preferencia sexual, las creencias religiosas, tipo de sangre u origen racial se encuentran a la deriva en gigantescas bases de datos haciendo identificable a una persona y vulnerando considerablemente su seguridad y sus derechos.
Al respecto, hasta 2015 el INAI había emitido 30 sanciones por el mal uso de los datos personales a empresas de servicios financieros, educativos y de seguros.
Actualmente, se exige que las instituciones gubernamentales y privadas cuenten con una leyenda de información o aviso de privacidad en donde refieran el uso que se le dará a los datos proporcionados y en donde los titulares den su consentimiento para el mismo. Complementando la labor, se busca concientizar a la población sobre su paso en internet, sus datos y los derechos con los que cuenta para protegerse. Los Derechos ARCO, establecidos en el artículo 16 de nuestra Constitución, señalan:
- Acceso: Puedo saber qué datos tienen las empresas o instituciones gubernamentales de mi.
- Rectificación: Puedo pedir que corrijan mis datos.
- Confirmación: Puedo verificar la validez de mi información.
- Oposición: Puedo negarme a que hagan uso de mis datos.
Aún nos queda mucho por hacer, estamos a la espera de una Ley General de Protección de Datos Personales que establezca reglas y procedimientos mínimos para garantizar la seguridad, privacidad y derechos de los usuarios mexicanos, sin embargo, se recomienda ser prudente sobre la publicación y difusión de información personal en internet, así como exigir y enterarnos sobre qué dicen los avisos de privacidad de las instituciones y denunciar ante el Instituto cualquier delito.
Hablamos pues de la producción en tiempo real de un cúmulo brutal de información y de los métodos que tenemos para gestionarla, ¿cómo logramos como sociedad y gobierno construir un ciberespacio seguro y en pro de la dignidad humana?, ¿cómo generamos un andamiaje para garantizar el flujo informativo?, ¿cómo controlar y garantizar el buen uso de la información?, ¿cómo protegemos a los usuarios?
Estas cuestiones deben ser atendidas desde distintos sectores para garantizar que el ciberespacio sea libre y seguro para todos. El reto es grande pero como sociedad civil estamos comprometidos a impulsar procesos que respondan a esta complejidad. Finalmente, es necesario hacer una proyección sobre la dinámica de la red y los problemas que a futuro se van a presentar, cuando la mayoría de la población mundial esté conectada y las formas innovadoras en que tendremos que responder para generar soluciones viables.
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