«Debo iniciar confesando algo: creo que las candidaturas independientes son relevantes en la medida en que logren construir nuevos significados sobre lo político, impulsar una agenda pública que aún no se discute, resignificar las prácticas electorales y construir otras maneras de entender al servidor público»: Pedro Kumamoto (Máspormás), en un una columna un tanto pedagógica, esclarece mitos, deslegitima mentiras arraigadas en nuestro imaginario, y termina de cuajar ciertas incertidumbres que tenemos sobre los candidatos independientes.
Alberto Aguirre (El Economista) habla sobre «la nueva política», aquella que ya no estriba, teóricamente, en ideas, propuestas y debates vis a vis. Ahora, con las redes sociales, las cosas han cambiado. La columna cuenta con dos casos como eje: Quintana Roo y Oaxaca. Negociaciones opacas con nuevas empresas «digitales» consiguen posicionar trending topics (tt), tanto en Twitter como en Facebook, malversando el presupuesto de campaña y promoviendo la «[…] virulencia de las “acciones sucias”». El punto es pegar al contrario, no importa si es con la verdad, o con la mentira.
Citando a nuestro presidente, Enrique Peña Nieto, en entrevista con Ciro Gómez Leyva, Héctor Aguilar Camín (Milenio) examina lo que hay dentro de la cabeza del Ejecutivo. Cuando la pregunta era sobre López Obrador y las elecciones de 2018, el Presidente dijo que «el México sistémico, institucional, es más grande que el México antisistémico, y que lo íbamos a ver, porque son millones más los mexicanos que expresarán su defensa por un país con visión de futuro, de libertades, responsabilidad económica y reformas estructurales». ¿Qué concluye? Que en su cabeza fermenta la idea de un «Brexit mexicano»: las elecciones del 2018 como plebiscito entre la continuidad y la ruptura, entre el sistema o el antisistema.
Por último, «Islandia eliminó a Inglaterra de la Eurocopa 2016 y dejó a la afición con la boca abierta, algo lógico para un equipo entrenado por un dentista», arguye, como introducción, Juan Villoro (Reforma). Con toda estadística en contra —en Islandia hay más volcanes (130) que futbolistas (120), por ejemplo—, el país nórdico consiguió una victoria insospechada. Fue mínimo el porcentaje de la población que no sintonizó ese día el partido. Ante la tendencia del aislamiento, «la selección de Islandia invita a reflexionar sobre la forma en que la identidad cristaliza en los tiempos que corren».