«Bajo su lógica, la protesta social legitima cualquier delito», arguye Jesús Silva-Herzog Márquez (Reforma) sobre las tropelías de la CNTE. No obstante, aunque aplaude la detención de los líderes por medio del uso de la ley, reprocha la inacción contra todos los demás, incluyendo otros sindicatos, ejecutores también de otros delitos. «La ley como capricho», abre el texto.
Leo Zuckermann (Excélsior) critica severamente al nuevo PRI: «El nuevo PRI resultó peor que el viejo PRI», titula su columna. De entrada, enfatiza en los abusos que cometieron los gobiernos de Veracruz, Quintana Roo y Chihuahua. Javier Duarte, Roberto Borge y César Duarte, gobernadores de estos estados por el PRI, malversaron el erario y ahora buscan protegerse en contra de una cacería política, principal propuesta de los gobernadores electos en las pasadas elecciones del 5 de junio. ¿La manera? Cambiando la ley a su antojo. El texto habla de los casos particulares de cada estado. «El PRI más mañoso que se ha visto en décadas», espeta el periodista.
Antes, se sabe, la silla presidencial no se ganaba, se heredaba. «El delfín», comúnmente algún integrante del gabinete presidencial, sería el próximo Presidente y no por el voto de muchos, sino de Uno: el Ejecutivo. Actualmente, dice Héctor Aguilar Camín (Milenio), «todas estas cosas ya se han ido, la herencia cabal de antaño hoy es imposible».
Asimismo, en El Universal, León Krauze escribe sobre el panorama electoral del 2018. Ante la estela de corrupción que ahora sigue al Presidente y a varios gobiernos priistas, la esperanza triunfadora que en su momento habían generado las reformas, parece perdida. «La única manera en que el PRI podrá competir en 2018 será cerrar el libro del “peñanietismo”», argumenta León.