Dos periodistas importantes escriben este día sobre el «perdón» de Peña Nieto (EPN). «En efecto, la percepción de corrupción puede ser tan dañina como la corrupción misma», señala Sergio Sarmiento (Reforma) mientras compara al presidente actual con otros dos, que si bien solamente uno de ellos pidió perdón en el último discurso de su gestión, ambos arrastran una percepción de corrupción tangible hasta la fecha: José López Portillo y Salinas de Gortari. Al final, escéptico, se pregunta si esto funcionará para subir su índice de aprobación en lo que resta de su mandato. Por otro lado, Carlos Puig (Milenio) aprovecha el «perdón» para hablar sobre un tema afín: si el Ejecutivo pretende su absolución política, ¿por qué los funcionarios de su gobierno no? Y cita particularmente un caso: Benito Neme, director de Capufe. Tras un posible conflicto de interés con el traspaso de IAVE a un privado, ante la queja de la organización Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad, la Unidad de Transparencia de Capufe no ha hecho más que aplazar las entregas de los documentos solicitados. Dos verdades parecen cuajar: que hubo fraude y que Neme pretende la gubernatura de Tabasco. Sobre EPN, el periodista afirma: «Tal vez sea a destiempo, tal vez no sea preciso con el asunto de la legitimidad y la ley, pero tal vez es sintomático de por qué ruta quiere el Presidente andar el resto del sexenio y no está mal».
El analista de seguridad Alejandro Hope (El Universal), en una columna titulada «Michoacán: el nuevo incendio» —título sumamente representativo considerando la quema de camiones que la CNTE propició el día de ayer, 19 de julio, en ese estado—, comenta la nueva alza delictiva que enfrenta Michoacán. Comienza comparando el presente con su pasado inmediato: en lo que va del año, Michoacán ha incrementado 37% los homicidios dolosos respecto al 2015, número levemente por debajo a las cifras que este estado reunió en su punto más cruento, con los Caballeros Templados y las autodefensas. ¿Qué hay detrás de esto?, se pregunta Alejandro Hope. «Algo que el gobierno del estado se niega a admitir: la persistencia de grupos irregulares, algunos abiertamente criminales, otros no, pero todos armados hasta los dientes».
Ángel Verdugo (Excélsior) contesta a una serie de comentarios que lectores le han dejado en el pasado cuando escribía sobre la CNTE. Las críticas llevan por himno el fascismo, cuando el periodista solamente aboga por una negociación efectiva, que cese los disturbios, devuelva la normalidad y pueda llevar a los delincuentes —sin distingo alguno— ante una autoridad judicial para que sea ésta la que decida su situación. «El que señale que éste o aquél posee ideas fascistoides porque exige la aplicación de la ley, y la no claudicación del Estado ante los delincuentes, debería ver como actúan los gobiernos democráticos en otras latitudes».
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