Juan Villoro (Reforma), ante un conflicto latente entre el gobierno y la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), escribe una columna con título simbólico: «México reprobado». De la mano de Cero en conducta, crónica de Luis Hernández Navarro que registra la historia del SNTE y la CNTE, desmiembra los acontecimientos cruciales (en otra codificación: alianzas) que desde los años cincuenta han fortalecido la presencia y poderío del sindicato educativo. No obstante, la Coordinadora se cuece aparte. En un afán reivindicador, Villoro espeta:
«En condiciones muy adversas, la CNTE busca democratizar una de las organizaciones más poderosas y corruptas del país. Al mismo tiempo, es percibida como una molestia en la capital, territorio de la crispación donde la movilidad ocurre de milagro. Quienes perdieron sus negocios por el plantón en el monumento a la Revolución o no llegaron a un hospital por una marcha, difícilmente entienden que están ante una iniciativa justa, que carga con el dolor de más de 150 militantes muertos, entre ellos los caídos en Nochixtlán hace unas semanas.»
Pedro Kumamoto (Máspormás), después de proponer constantemente eliminar el fuero en su demarcación, se pregunta si el problema realmente radica ahí, en el fuero. Su respuesta, en sentido estricto, es que no: el problema de fondo es la impunidad, «lo que indigna es la corrupción, lo que lastima es la falta de certidumbre en la justicia». Derrocar el fuero se presenta, entonces, como una victoria simbólica sobre el terreno de los privilegios de la clase política. Y es el inicio. Para solucionar el verdadero problema, propone impulsar «tres pilares a lo largo y ancho del país»: Luchar por ministerios públicos con capacidades vastas, no nepotistas y autónomos; exigir un poder judicial independiente del manoseo político, y, finalmente, mayor injerencia de la sociedad en los juicios políticos. Hay una página importante donde deben transitar: http://www.ciudadpixel.mx/fuerono/
Carlos Puig (Milenio) habla sobre la victoria, ya confirmada, de Trump dentro del Partido Republicano. Las razones para que México se preocupe con su victoria son muchas y ya bien conocidas. Tras pasadas gestiones republicanas, como lo fue con Reagan y los Bush, México se vio beneficiado tanto comercial como migratoriamente. Hoy, el Partido Republicano es otro, y difícilmente cambiaran sus inquietudes en un corto o mediano plazo. Incluso de ganar Hillary Clinton, ésta habrá de «apapachar» la ola nativista que tanto peso hay recaudado a lo largo de EEUU. «Para la política exterior mexicana es tiempo de acabar con las ocurrencias, las improvisaciones, los amateurs. Vienen años muy complicados.» Así concluye el periodista.
Por otro lado, pero alrededor de lo mismo, Jorge Galindo (El País) destaca el miedo como eje motor en las ideologías racistas. «El miedo no es el entorno idóneo para la democracia», afirma. «En un contexto de miedo, quien esté dispuesto a ofrecer respuestas firmes, y a hacerlo sin escrúpulos con respecto al ropaje democrático, jugará con ventaja.» Lo vemos con Trump, en EEUU; lo vemos con Le Pen, en Francia; lo vemos con Farage, en el Brexit; lo vemos con Wilders, en Holanda. Por sólo mencionar algunos. El vínculo transatlántico se confirmó cuando estos últimos asistieron a la convención de Trump.
Así termina el texto: «En la convención del Partido Republicano, una de las delegadas contrarias a la nominación de Trump fue acorralada por otras dos cuando fue al baño. “¡Deberías morir!”, le gritaron. A la cara. Así es como triunfa el miedo en la democracia.»
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