La posible corrupción por parte de la primera dama, revelada el día de ayer en el diario The Guardian, constata una verdad: las columnas de opinión han vuelto de sí un receptáculo y altavoz de la corrupción. En Excélsior, Francisco Garfias y Yuriria Sierra lo comentan en textos rodeados por más y distinta corrupción; en Reforma son Sergio Sarmiento y Manuel J. Jáuregui quienes tocan el tema de una manera mayormente directa, y en Milenio, entre los destacados, solamente Juan Ignacio Zavala le dedica dos líneas en el último párrafo de su columna.
En El Universal, Ricardo Rocha critica severamente las causas que planean disminuir perceptivamente la pobreza. Carlos Puig, en Milenio, analiza un estudio presentado por José Merino y Carolina Torreblanca de Data4 que registró tres tipos de municipios diferentes, en tanto al incremento o detrimento de la violencia, y cómo han evolucionado a lo largo de seis años, desde 2011 hasta nuestros días. Por otro lado, pero sobre el mismo tema, Eduardo R. Huchim (Reforma) desglosa una encuesta realizada entre 5 mil 131 ciudadanos mexicanos por la encuestadora Covarrubias y Asociados, y que lleva por título «Los mexicanos tenemos miedo».
Por último, Christopher Michael Domínguez (El Universal) reseña La comemadre (Turner, Madrid, 2014), novela del escritor argentino Roque Larraquy (Buenos Aires, 1975). Si he de sincerarme, fue el título de la columna lo que me llevó a leerla: «De la guillotina al Arte Contemporáneo».
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