Dos columnas se tocan en la encuesta de Reforma publicada el día de ayer, 11 de agosto. En ésta se registró el nivel más bajo de aprobación de un presidente desde que se habituó el uso de la encuesta en México. Por un lado, Héctor Aguilar Camín (Milenio) destaca las cifras, los datos duros, lo incuestionable; por el otro, Manuel J. Jáuregui (Reforma) plantea humildemente un decálogo a seguir si es que el Presidente buscara revertir la mala percepción que ha permeado entre sus gobernados.
«Estamos ante una situación clínica», dice Joaquín López Dóriga (Milenio) ante la insatisfacción provocada por el desempeño de los atletas mexicanos en las Olimpiadas de Río 2016, «México ni avanza al quinto partido en los mundiales ni destaca en los medalleros olímpicos, siendo que a los juegos envía a los mejores de cada deporte». José Ramón Fernández (Reforma) se pregunta a quién le tenemos que echar la culpa. Ambos tienen una respuesta: a los atletas no, pues en las condiciones actuales, sin apoyo y con una visión miope y cortoplacista, resulta imposible que fructifiquen.
Luis Barragán, posiblemente el arquitecto más destacado en la historia moderna de México, fue convertido en un diamante por la artista Jill Magid. Juan Villoro (Reforma) recolecta y analiza las piezas burocráticas que llevaron a la determinación de esta acción. ¿Hasta dónde el gobierno se preocupa por mantener su patrimonio?
En Máspormás, Diego Rabasa —editor fundador de Sexto Piso— reseña y analiza el último libro del filósofo esloveno Slavoj Žižek, La nueva lucha de clases: Los refugiados y el terror (Anagrama, 2016). La hipótesis se lee desde el título, «[…] plantea el fenómeno de la nueva oleada de terror en Europa como la consecuencia natural de una lucha de clases entre clases privilegiadas (los europeos) y descastadas (los musulmanes, africanos, etcétera)».
Por último, una columna con título provocador: «López Obrador no es Gandhi», por Francisco Garfias (Excélsior).
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