Por: Laura Haro Ramírez.
Estamos a unas horas de vivir el proceso electoral interno más importante en la historia de nuestro partido, el Revolucionario Institucional. Este Domingo 11 de agosto la base militante decidiremos quiénes serán nuestros próximos Dirigentes Nacionales por los próximos cuatro años.
Ha sido un proceso emocionante, hemos visto lo que hace mucho tiempo no se vivía y sentía: ánimo y expectativa real de transformación interna para regresar a ser el PRI ganador.
En esta campaña de 45 días hemos visto dos proyectos y dos visiones diferentes:
El de Ivonne Ortega y José Encarnación Alfaro, quienes han utilizado una estrategia de victimización y polarización; entre los de la cúpula y ellos, una incongruencia pues ambos han ocupado los más altos cargos en el Comité Nacional del PRI y en el caso de la candidata Ivonne, gobernó su estado, Yucatán.
Muy al estilo López Obrador con su campaña contra la mafia del poder, únicamente trae consigo división y encono. Un proyecto sin visión, sin rumbo y sin propuestas para transformar al partido político más importante de este país.
Y el proyecto que encabeza Alejandro Moreno (Alito) y Carolina Viggiano, una fórmula de resultados exitosos y de experiencia probada.
Alito, como mejor lo conocemos, viene de las bases juveniles de nuestro partido, donde fue dirigente municipal, estatal y nacional, en su natal Campeche, dos veces Secretario del Comité Ejecutivo Nacional del PRI, diputado federal, Senador y recientemente gobernador de Campeche.
Carolina Viggiano es una mujer que representa a la mujer moderna y que en las cuatro ocasiones que ha sido diputada, lo ha sido por el voto directo de los habitantes de su natal Hidalgo, con una amplia experiencia en el Poder Judicial y dentro del Partido como delegada del PRI en varios Estados, además de haber sido Secretaria del Comité Ejecutivo Nacional.
La fórmula de Alito y Carolina ha mostrado en este proceso no solo altura política, sino una vocación profunda para unir al PRI, transformarlo con miras a un partido progresista, de vanguardia, digital, un partido del Siglo XXI; un partido de causas mas que de masas, un partido al que —a su llegada a la dirigencia nacional—, la democracia interna haya llegado para quedarse y lo más importante, un partido que reconozca a su mayor fortaleza: la militancia.
Los jóvenes estamos viviendo este proceso como una oportunidad histórica, pues será la primera ocasión que vayamos a decidir libremente quienes serán nuestros dirigentes nacionales del PRI. Quince largos años tuvieron que pasar para que el PRI abriera sus puertas a la democracia interna y estamos seguros de que este 11 de agosto, ganará la formula que construya en unidad un partido ganador y al mejor PRI de todos los tiempos.