Dos años escudándose en los frutos prohibidos del pasado, es evidencia clara de la incapacidad de la 4T para hacerlos a un lado; también de su impericia en la siembra de semillas que den nuevos y jugosos frutos, que le den sentido y razón a su gobierno.
En los hechos, la cosecha de los programas sociales en muchos casos se encuentra agusanada por la falta de controles, transparencia y rendición de cuentas; en otras siembras como salud, inseguridad y economía, la mala semilla de las políticas aplicadas, no han rendido frutos y, por el contrario, volvió estériles las tierras.
Ante tan evidentes fracasos, el gobierno lopezobradoriano ha creado una caja chica, que operará como Fondo Nacional ante Desastres Administrativos, para disimular la nula producción levantada en un tercio de gestión. La duda es si los recursos existentes en ese cajón serán suficientes para cubrir los malogrados y nonatos frutos esperados hasta el momento, más los que se acumulen durante el resto del sexenio.
Un ejemplo claro de las decisiones erráticas del gobierno de Andrés Manuel López Obrador es su determinación de otorgar 11 mil 460 pesos por gastos funerarios a los familiares de cada uno de los 103 mil fallecidos por Covid-19. Ello implicaría un costo de 1,200 millones de pesos; monto que habría servido para adquirir más de 3.9 millones de pruebas rápidas, a un precio unitario de 300 pesos.
Es decir, de haberse aplicado tales exámenes, probablemente el número de contagios y decesos hubiese sido mucho menor y saldrá más caro el caldo que las albóndigas. Eso sí, las autoridades federales quieren pararse el cuello con estos gastos, cuando en realidad los estamos pagando los mexicanos con nuestras contribuciones al erario.
Y este monto, amenaza con elevarse diariamente en 4.5 millones de pesos, si el ritmo de fallecidos ronda los 400 cada 24 horas, en espera de que el repunte de contagios en el invierno no incremente este promedio.
Tampoco estamos seguros que el mencionado Fondo disponga de recursos adicionales para asegurar el abasto oportuno de medicamentos, sin tomar en consideración lo que se requeriría para que el sistema de salud de alcanzara los estándares de Dinamarca o Canadá, que deberíamos tener a partir del 1 de diciembre de 2020.
En tanto, otro fruto prohibido al que el primer mandatario ni siquiera se atreve a llamar por su nombre es el feminicidio que, en la presente administración, se ha incrementado de manera significativa, a razón de 10 mujeres asesinadas cada día. Flagelo que únicamente se reconoce en los discursos, palabras que no han ido acompañadas de una estrategia pública eficaz.
Y es tan poca la empatía presidencial hacia las víctimas de feminicidio, que López Obrador lo quiere equiparar al homicidio doloso, sin reconocer que son producto de la violencia de género que enfrentan a diario muchas mexicanas. Para ellas y sus deudos, el Fondo de Desastres Administrativos no contempla ningún apoyo, o mínimo un minuto de silencio.
Y entre los frutos nonatos de la 4T debemos incluir al crecimiento económico que, presumiblemente alcanzaría un promedio anual de 4 por ciento que, ante una caída de cerca de 10 por ciento en sus primeros dos años de gobierno, se requeriría un milagro para obtenerlo.
Los malogrados frutos son innumerables: la venta del avión presidencial, la eliminación de la corrupción gubernamental, la descentralización de las dependencias gubernamentales, la guardia nacional civil, la independencia de los órganos autónomos y un largo etcétera.
Al paso que va la magra cosecha de la administración cuatroteísta, no habrá fondo contra desastres administrativos que alcance, pues como dice la canción: “esa flor ya no retoña, tiene muerto el corazón”.
He dicho.
EFECTO DOMINÓ
Siempre oportuna, la Unidad e Inteligencia Financiera hizo saber que abrió una investigación al ex secretario de Hacienda y de Relaciones Exteriores, Luis Videgaray, por lo que empezó a rastrear los movimientos financieros del x funcionario en la administración peñanietista.