Como prácticamente todo lo que hace la 4T, es más el ruido que las nueces. Con grandilocuencia hace simulacros; con fanfarrias anuncia la llegada de vacunas, convoca a la prensa en el aeropuerto para ser testigo y dar cuenta del histórico acontecimiento; aterriza un avión grande de una empresa de mensajería y todo para apenas tres mil dosis del antivirus.
Tres secretarios de Estado -Relaciones Exteriores, Hacienda y Crédito Público y Salud- concurren a la terminal aérea para resaltar la importancia; emiten discursos tan estridentes, como asegurar que al contarse con estas tres mil fórmulas es el principio del fin de la pandemia, casi como si declararan el fin de la historia.
La subsecretaria para asuntos multilaterales y derechos humanos de la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE), Martha Delgado, afirmó que “Las cosas buenas vienen en muy pocas cantidades. Hoy tenemos el privilegio de ser uno de los primeros países en el mundo que tienen una dotación significativa de vacunas para ser entregada en el próximo año”, afirmó.
De acuerdo con información proporcionada por Arturo Herrera, secretario de Hacienda, México adquirirá 198 millones de dosis para vacunar a 116 millones de mexicanos, con un costo estimado de 35 mil millones de pesos, incluidos gastos de envío; cifra que es 80 por ciento mayor a lo que según el presidente Andrés Manuel López Obrador se tenían previstos para el caso.
Tener en el congelador 82 millones de vacunas, además del costo adicional que implica su conservación, es casi como tener los 1.5 billones de pesos ahorrados (López Obrador, dixit), bajo el colchón, mientras amplios sectores de población viven en penuria sanitaria y económica.
Ahora mismo, en las entidades en semáforo rojo no se tienen ese tipo de privilegios. Por el contrario, las carencias son el pan de cada día: se tienen instalaciones hospitalarias desbordadas, personal de salud tan exhausto que se ha tenido que recurrir a especialistas de otras entidades de la República y de Cuba para hacer frente al creciente número de contagios; falta de insumos y de oxígeno.
Pero lo más desolador es el inocultable hecho de que cada vez es mayor el número de mexicanos que mueren en sus hogares, ante la imposibilidad de ser atendidos en centros hospitalarios y que, para acomodar sus otros datos a conveniencia, no todos ellos se contabiliza su fallecimiento por Covid-19.
Las largas horas de espera para obtener un lugar en un centro hospitalario ha terminado, en algunos casos, con el deceso de pacientes en las afueras o inmediaciones de las instalaciones de salud.
En vísperas de Navidad, en México llegaremos a la cifra doblemente catastrófica de muertes por coronavirus, más de 120 mil, que pone de manifiesto los verdaderos alcances de la “exitosa estrategia” diseñada por el gobierno cuatroteísta.
Para ellos no hay discursos, como quedó demostrado en la ceremonia para celebrar la llegada de tres mil vacunas; el pragmatismo lopezobradoriano debe estar considerando que los muertos por Covid-19 no votan.
He dicho.
EFECTO DOMINÓ
Les deseo una ¡¡¡Feliz Navidad!!! Que todos tus sueños y deseos se hagan realidad.