Si nos atenemos a los cientos de promesas pospuestas, retardadas o incumplidas durante la presente administración, donde los errores de cálculo son el pan de cada día, como lo confirman la liberación de Ovidio Guzmán, el aumento en los homicidios dolosos, más del doble de los decesos por Covid-19 previstos como catastróficos, la reducción en los precios de gasolinas y electricidad, los apagones, las inundaciones, las fallas en el Metro, como los más visibles.
Con esos antecedentes, hay poco lugar para el optimismo de que el gobierno de Andrés Manuel López Obrador vaya a ser capaz de vacunar a 15 millones de mexicanos, de aquí a que concluya marzo como -una vez más- lo ha prometido.
Aquí cabe hacer la precisión que la vacuna de Pfizer, que es la que se estaría aplicando, requiere inyectarse en dos ocasiones, con una diferencia entre la primera y la segunda de tres semanas. En otras palabras, se requerirían 30 millones de dosis.
Pero vayamos por partes: disponer de esa cantidad de vacunas, requiere que cada semana nuestro país reciba poco más de tres millones de dosis, es decir ocho veces más a las poco más de 400 mil unidades que se recibieron este martes 11 de enero y trasladarlas a los centros ultra refrigerados.
Si tomamos en cuenta que muchos de los funcionarios cuatroteístas únicamente se dedican a ocupar el cargo y no a encargarse de los asuntos que son su responsabilidad y que deben solucionar, la labor de inocular con la primera dosis a 187 mil 500 personas cada día, en los 80 que faltan por transcurrir de aquí a la fecha establecida, se ve cuesta arriba.
No es por menospreciar la capacidad logística gubernamental, sobre todo si va a empezar este proceso de vacunación en las zonas más apartadas y de difícil acceso del país, aun cuando cuenten con el apoyo de las fuerzas armadas, porque se requerirá de una sincronización tan, pero tan eficiente para poder aplicar 7 mil 812 dosis cada hora, 130 por minuto, en promedio.
Si tan sólo para trasladar los antivirales a los 879 hospitales Covid, tardarán alrededor de 20 horas, parece que las brigadas “correcaminos”, que en igual número atenderán al personal de salud de esos nosocomios, tendrán que hacer honor su apelativo para poder cumplir con su misión en cuando mucho dos días.
Pero ese es el esquema más sencillo, puesto que los candidatos a ser insaculados se encontrarán en un sitio predeterminado y con las condiciones mínimas indispensables para desempeñar su tarea. Sin embargo, ¿qué pasará en las zonas agrestes, donde la población se encuentra dispersa y el medio ambiente es poco propicio para las condiciones de congelamiento extremo que requiere la vacuna?
Cada una de las 10 mil brigadas -integradas por 10 elementos, también en promedio, tendrían que inocular a 1500 personas, alrededor de 20 personas cada día, que no es un número inalcanzable.
Queda la duda de ¿quién se quedará a supervisar que las personas que reciban esta primera dosis no presenten efectos secundarios y, en caso de haberlos, ¿cómo serán atendidos y solucionados? Salvo que estén pensando hacer el clásico pisa y corre, como en el beisbol.
La numerología que dio a conocer el presidente López Obrador se ve bien en el papel, pero experiencias pasadas con otras acciones generan desconfianza. Además del antiviral, los mexicanos debemos vacunarnos, desde ya, ante el posible engaño del Plan Nacional de Vacunación, ofertado por el cuatroteísmo.
He dicho.
EFECTO DOMINÓ
Mal precedente para la transparencia y rendición de cuentas que tanto pregona la presente administración como estandarte, pues en lo sucesivo, en las adquisiciones públicas que haga México, tanto interna, como internacionalmente, podrá pactarse contractualmente la “restricción de información sobre precios y otros datos”, como sostuvo Marcelo Ebrard, secretario de Relaciones Exteriores, en relación con las farmacéuticas.