Es muy factible que este lunes el presidente Andrés Manuel López Obrador vuelva a aparecer en el lugar de sus grandes éxitos, el salón Tesorería de Palacio Nacional, después de dos semanas en las que su no presencia puso a descubierto un gabinete que no ata ni desata, que solo saben funcionar cuando escuchan la voz del amo.
La posibilidad que vuelva a las andadas, a sus giras por el interior del país, también se acrecienta, pues el inicio de las campañas electorales se acerca peligrosamente y tiene que aprovecha el tiempo para inaugurar obras y obras, sin importar que sean de ínfima calidad, pero que le generen simpatías para él y su partido.
Habrá de verse en qué condiciones regresa al escenario el primer mandatario, porque en los vídeos en los que envía mensajes, el andar y semblante de López Obrador mostraban a un hombre sexagenario que necesita de apoyos para mantenerse erguido. Imagen muy lejos de competir con la que transmite el presidente ruso, Vladimir Putin, luego de sumergirse en las aguas heladas de un río.
Más allá de la condición física y de salud que pueda mostrar en público López Obrador al reaparecer frente a los reflectores, ciertamente los funcionarios de primer nivel dejaron de funcionar y carecieron de los argumentos suficientes para medio remediar el desastre causado en los últimos 15 días y que el patrón no se diera cuenta.
Las aseveraciones presidenciales sobre la disponibilidad de vacunas contra el Covid-19 carecieron del respaldo de sus segundos y terceros de a bordo para concretarlos, por lo cual los mexicanos quedamos a expensas de la buena disposición de las farmacéuticas para entregarnos las dosis pactadas. Queda la impresión que las compras fueron de saliva y no en forma contante y sonante.
Los shows por la captura del ex gobernador de Puebla, Mario Marín y la extradición de Alfonso Ancira, por el caso de Nitrogerados en vez de enaltecer a la justicia mexicana, sirvieron para cuestionar su actuación. En el caso del ex mandatario poblano, se cuestionó a la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, a quien le recordaron el papel que jugó sobre la liberación de Mario Marín.
En tanto, sobre el asunto del ex director de AHMSA, los derrapones son de antología, pues la justicia quedaría sujeta a la devolución del sobreprecio recibido, como si no hubiese existido delito alguno.
Antes de cerrar con broche de oro, el orgullo de la izquierda, la Ciudad de México, solo cuenta con medio-Metro, pues únicamente funcionan a la mitad las principales líneas de este medio de transporte, sin que por ello deje de haber incendios y apagones que ponen en riesgo a los millones de usuarios.
A ello debe agregarse el reconocimiento de las autoridades de la capital del país sobre el número real de fallecimientos en la CDMX, con una cifra mayor, el triple, del estimado, pasando de poco más de cinco mil a más de 21 mil decesos, que pueden atribuirse en buena medida al coronavirus.
Y la cereza del pastel la encontramos en Morena, dónde su presidente Mario Delgado no sabe dónde esconderse, pues cada paso que da es motivo de discordias, le tienen tomada la sede del partido y no se nota el peso de la secretaria general, Citlalli Hernández, que pasa inadvertida.
De ahí la urgencia de López Obrador por hacerse el aparecido y tratar de desfacer los entuertos provocados por sus más cercanos y queridos colaboradores que difícilmente podrán presumir de entregar buenas cuentas.
He dicho.
EFECTO DOMINÓ
En el proceso electoral 2021, todo indica que los principales partidos políticos sucumbieron al dulce encanto del Madrazo, pues sus dirigentes, aprovechando esa condición –en especial en el PRI-, decidieron agandallarse posiciones, al amparo del nepotismo y amiguismo, como lo hiciera otro ilustre tabasqueño, Roberto Madrazo y más recientemente Ricardo Anaya.