En los días recientes, el cuatroteísmo ha dejado claro cuáles son los dos ejes de su estrategia para obtener el mayor número de diputaciones federales y, así, reducir posibles reveses a los cambios constitucionales que pretende el presidente Andrés Manuel López Obrador: seducción y exterminio.
A través del acuerdo privado por la democracia, suscrito con los mandatarios estatales, quiere presentar el lado amable en el que, desde la concepción lopezobradoriana, la democracia se sustenta en contrapesos y equilibrios, en un ambiente de competencia.
Visión que, a primera vista, pareciera impecable, salvo porque nunca explica qué entiende él por contrapesos, equilibrios y competencia político-electoral; sin embargo, el dark side morenista ha hecho manifiesta su intención de exterminar -Mario Delgado, dixit- estos tres preceptos, porque no le gusta que se aplique lo que manda la ley.
Es decir, por un lado, el primer mandatario se presenta a sí mismo como el único defensor sincero y auténtico de la democracia, cuando en realidad impuso la celebración del mencionado acuerdo, al que le da mayor relevancia que al cumplimiento de lo estipulado por la Constitución.
Embelesado con su diaria verborrea López Obrador busca, con su cansina narrativa “bolivariana” y rancia, seducir al segmento mayoritario que en 2018 le negó su voto, exculpándose por la pobreza y desigualdad que le dejaron sus antecesores, pero que en su gestión han aumentado de forma importante.
Al mismo tiempo, critica y se escandaliza cuando le señalan sus errores, pero por la puerta trasera de Palacio Nacional, llama e incita a sus huestes a emprender acciones contra todos aquellos a los que no ha podido convencer y que, en esencia, constituyen los contrapesos y equilibrios necesarios en toda democracia.
Por ejemplo, en la mañanera de este martes 30 de marzo, se lanzó contra los multimillonarios que florecieron durante el gobierno de Carlos Salinas de Gortari, pero tramposamente omite decir cuántos de ellos siguen obteniendo jugosos negocios con su administración y que forman parte de su consejo asesor.
Esa misma actitud la tiene, todos los días, hacia los medios de comunicación que revelan las múltiples fallas, yerros e inconsecuencias de sus políticas y acciones, y apela a su derecho de réplica cuando desde Notimex y el Sistema Público de Radiodifusión del Estado Mexicano, se ataca y hostiga a periodistas, reporteros y medios informativos.
Fiel intérprete de los deseos presidenciales, el hoy dirigente de Morena, Mario Delgado demandó “exterminar” al Instituto Nacional Electoral, porque no se pliega a la voluntad del presente gobierno. Así, sin matiz alguno, es la ya no tan oculta intención del primer mandatario.
El exterminio de adversarios, contrapesos -como el poder judicial y los organismos autónomos-, y medios de comunicación críticos es como se entiende la democracia desde el nivel más alto del poder, del que ya quedó seducido López Obrador.
He dicho.
EFECTO DOMINÓ
Significativa y sintomática la larga alocución del presidente Andrés Manuel López Obrador a las fuerzas armadas en su primer informe trimestral de 2021, para resaltar las muchas tareas que les ha encomendado, más allá de las que le marca nuestra Carta Magna. Este reconocimiento, previo a las elecciones de junio, revela que, sin el concurso de la milicia, el gobierno actual pasaría inadvertido.