Para muchos candidatos a las elecciones del 6 de junio, este Domingo de Pascua, en que dan inicio a sus campañas de proselitismo, quisiera fuera de Resurrección de sus aspiraciones políticas, aunque solo unos cuantos del total serán los elegidos por la voluntad divina del electorado.
Los momentos de polarización que se han profundizado en los días previos, tanto al interior de los partidos como entre estos y con las autoridades electorales muestran que serán varios actores los que quedarán crucificados, ya sea porque no alcanzaron la nominación a la que aspiraban o porque el juicio del electorado les será adverso.
Cómo es lógico suponer, la manera en que se formaron y confirmaron las coaliciones ha generado la aparición de un numeroso grupo de insurrectos que creen tener el derecho de estar sentados a la diestra de los machuchones de la política.
De igual manera, las decisiones adoptadas por las autoridades electorales, INE y TEPJF, en torno a las candidaturas, al manejo de los recursos públicos por aspirantes y partidos y las recomendaciones para que se omita la propaganda gubernamental en tiempo de campañas, en vez de clarificar la atmósfera político-electoral, los participantes lo han tomado como injerencia y no están dispuestos a acatarlas.
Cuando todo mundo daba por muertos a actores políticos del pasado, resulta que varios de ellos estaban insepultos y han resucitado del más allá, quizá con la idea de hacer contrapeso a varios de los integrantes del gabinete presidencial, que no se cuecen al primer hervor.
A decir verdad, la convergencia en el tiempo de la temporada de la pascua, que dura 50 días, con el de duración de las campañas políticas, con dos meses de duración, no augura un lapso de reflexión y búsqueda de paz interior, que es el objetivo de la primera; por el contrario, saldrán a relucir ambiciones, revanchas, enconos y disputas encarnizadas en las segundas.
La multiplicación de los panes-dádivas que a cada momento presume, el presidente Andrés Manuel López Obrador están lejos de haber colmado el hambre de justicia, equidad y democracia de millones de mexicanos y mexicanas, lo que contribuye a qué el ambiente de crispación existente pueda generar mayores actos de violencia a los registrados hasta el momento por los asesinatos de varios aspirantes y candidatos a cargos de elección.
De la actuación de resurrectos e insurrectos en los próximos días, se podrá tener un adelanto de lo que ocurrirá en la jornada electoral del 6 de junio. Si priva la mesura, será favor esperar un desenlace civilizado; en caso contrario, el fin de la primavera e inicio del verano 2021 serán peligrosos para la estabilidad del país.
Ojalá la beligerancia presidencial quedé sepultada, al menos, los próximos dos meses y no se convierta en el elemento disruptiva, aunque está posibilidad depende de los otros datos que le lleguen a López Obrador sobre las preferencias electorales de la población.
En caso de serle adversos los números, no deberá extrañar que resucite casos de corrupción del pasado y que, a su vez, la oposición insurrecta haga lo propio respecto a morenistas y aliados.
He dicho.
EFECTO DOMINÓ
Mientras el presidente López Obrador reitera que en abril -un mes después de lo prometido- se terminará de vacunar a los adultos mayores, Claudia Sheinbaum, sostiene que será hasta junio cuando este sector en la Ciudad de México habrá recibido las dos dosis.