Las elecciones del 6 de junio son el preámbulo de lo que viene en términos de la sucesión presidencial al interior del partido gobernante, pero también de la oposición.
En Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) sobrevino ya un cisma, con la delación sobre la corrupción en la construcción de la Línea 12 del Metro, otrora “Línea Dorada” en el apogeo del gobierno de Marcelo Ebrard.
El hecho ha enfrentado a los dos principales aspirantes a suceder al presidente Andrés Manuel López Obrador, a saber, Claudia Sheinbaum, jefa de Gobierno de la Ciudad de México, y al secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, este último recipiendario del obús disparado en su contra desde algún lugar de la intriga política, del partido del color vino tinto.
Aun cuando ambos aspirantes nieguen tal rivalidad y se manifiesten en los linderos de lo políticamente correcto, lo cierto es que cada cual acusa recibo de los daños sufridos en sus respectivas naves y devuelven la artillería contra su rival.
En esa lógica se enmarca la reciente publicación sobre los señalamientos de la mamá de Sheinbaum, quien presuntamente evade impuestos depositando importantes cantidades de dinero en paraísos fiscales.
Ahora, la pelota está del lado de Claudia Sheinbaum, quien tiene entre sus manos el dictamen de la Línea 12 del Metro, y cual circo romano, los opositores apuntan el pulgar hacia abajo, demandando la cabeza del exjefe de Gobierno del entonces Distrito Federal, Marcelo Ebrard.
Fuego amigo de uno u otro bando, o provocado por los opositores, lo cierto es que han causado mella en las proas de las respectivas naves.
Lo de la madre de Sheinbaum parece provenir de alguna labor de inteligencia, de esas que desarrolla la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana, con cuya titular, Rosa Icela Rodríguez, Marcelo Ebrard tiene algunos vínculos, según nos confían fuentes fidedignas.
Inteligencia, que, dicho sea de paso, estuvo ausente en el pasado proceso electoral donde fueron asesinados decenas de candidatos a diferentes cargos de elección popular, pero que suele ser muy eficaz cuando de encontrarle algo se trata a alguno de los de casa.
Y no solo ausente en el pasado proceso electoral, sino que ha sido una constante. Ataques van y vienen de la delincuencia organizada; enfrentamientos por doquier de los criminales, y la inteligencia, bien, gracias, ha brillado por su ausencia.
Dicha disputa encarnizada por tratar de desbarrancar al rival, ya hizo mella en el presidente López Obrador, quien acusó recibo de esa lucha mezquina y ya abrió la baraja de suspirantes: uno de ellos, de reciente adquisición, Rogelio Ramírez de la O, secretario de Hacienda, y Esteban Moctezuma, embajador de México en Estados Unidos y exsecretario de Educación Pública.
Así las cosas, en el partido gobernante. En la oposición las cosas no son mejores, más bien peores.
Los pírricos triunfos obtenidos les han dado para hacer sus lecturas, a su conveniencia: el PRD, que, de no haber sido por la Alianza, a la que no aportó más que desprestigio, habría desaparecido. Sin embargo, se vende como uno de los máximos triunfadores.
El PRI, de liderazgo nacional depauperado (Alejandro Moreno) y que no logró triunfos importantes, festeja como si hubiera ganado la Presidencia de la República.
Y aplica lo mismo, si no hubiera ido en alianza, ahorita tendría serios problemas con el descenso, hablando en términos futbolísticos.
Finalmente, el PAN, que fue el partido que más votos obtuvo, como organismo político, y al que menos favoreció la alianza, estará destinado a seguir siendo oposición, hasta en tanto encuentren al líder carismático, preparado y con capacidades, que presente propuestas verdaderamente interesantes.
Lo de Nuevo León no es un caso de partido, ahí ganó un candidato, el tema se cuece aparte. Y lo peor, la oposición no ha asimilado bien sus triunfos, sigue sembrando la polarización, la división, el clasismo, todo ello no beneficia en nada, sino todo lo contrario.
Aunado a esto, habría que resaltar la popularidad que aún goza el presidente Andrés Manuel López Obrador que condena a la oposición a eso, a seguir siendo oposición.
En Cortito: Nos cuentan que con 139 mil 883 votos llegó la alternancia a Campeche de la mano de la ahora gobernadora electa de Morena, Layda Sansores, esto a pesar de la guerra sucia que emprendieron sus rivales políticos, llámese Alejandro Moreno, dirigente nacional del PRI, y Elíseo Fernández, de Movimiento Ciudadano, que en todo momento estuvieron presionando a las autoridades del Instituto Electoral del Estado para no reconocer los resultados. Nos dicen que una de sus primeras acciones de gobierno será la de investigar a fondo los malos manejos del gobierno estatal del PRI y del municipal, del cual estuvo al frente Elíseo Fernández. Mientras toma protesta, el 15 de septiembre, la gobernadora Sansores estudia las carteras y trayectorias de mujeres y hombres que la acompañarán para integrar su gabinete.
Hoy quiero tomar unas líneas de En Corto para agradecer a los periodistas Ambrosio Gutiérrez y Jorge Rueda, así como a todo el equipo de Cause Campeche por las atenciones que tuvieron con este comunicador para poder desarrollar mi trabajo como reportero en el estado. Ambos colegas dirigen este medio de comunicación que es un referente informativo en la entidad.