Las redes sociales fueron hechas para interactuar, quien no lo hace está fuera de este juego, así de sencillo. En pocas palabras y como ya lo había publicado en mi Instagram: “Si no eres notable, eres invisible”.
Y si hablamos de política: ¿qué tanto le conviene a un político ser invisible cuando el 77.2% de la población nacional accede a las redes sociales?, según un estudio elaborado por We Are Social y Hootsuite, tan solo en México existen más de 100 millones de usuarios activos en las diferentes plataformas digitales.
Algo que pocos políticos han entendido en la actualidad es que estas herramientas no solo fueron hechas para interactuar, están diseñadas para construir comunidades. A través de las redes más importantes se puede involucrar a toda una sociedad en la agenda pública; no hay mejor ejemplo que el movimiento #MeToo que realmente inició en 2006 cuando la activista estadounidense Tarana Burke usó esta frase con la finalidad de hacer saber a otras chicas que sufrieron de abuso psicológico y sexual que ella también fue víctima.
Sin embargo, no fue hasta el año 2017 que el diario The New York Times publicó un artículo sobre el acoso sexual que sufrieron actrices, modelos y productores por parte de Harvey Weinstein, famoso productor cinematográfico; después de este reportaje creció exponencialmente el número de mujeres famosas que se sumaron y decidieron hacer público el acoso y violencia del que fueron víctimas; en poco tiempo la red social Twitter se inundó con más de 14 millones de publicaciones con el hashtag #metoo. Las mujeres estaban listas para hacer saber al mundo que en algún momento de su vida sufrieron de acoso o violencia sexual.
Pero no nos vayamos tan lejos, en la actualidad mexicana tenemos el caso de Samuel García y su esposa Mariana Rodríguez en Nuevo León. Lo que en un principio parecía imposible, se hizo posible. El candidato de Movimiento Ciudadano (MC), pasó de ser el tercero en las encuestas con solo el 18% de intención del voto a ser elegido Gobernador electo con un margen porcentual de casi 9 puntos, y no es que un like sea un voto, pero sí es de reconocer la valiosa ayuda de las redes de la futura primera dama Mariana Rodríguez, o la “chabacana mayor” -como ella se hace llamar-. Esta dupla logró lo que muchos políticos quisieran, entrar a miles de hogares, y no solo eso, ganaron su confianza y en consecuencia su voto.
Aunque lo que pareciera fácil, realmente no lo es tanto, ¿qué fue realmente lo que funcionó de la estrategia que utilizaron Mariana Rodríguez y Samuel García? ¿encontraron el hilo negro en la nueva forma de hacer política?, ¿acaso es la autenticidad -en comparación con los políticos a los que estamos acostumbrados en redes: acartonados y predecibles hasta la médula con sus posteos de “eventitis”- lo que los hace diferentes? La naturalidad que parecen poseer, la interacción tan cercana que nos venden, la pauta, el buen contenido, la suma de todo esto.
Lo que muchos consultores y especialistas en estrategia digital repiten hasta el cansancio y al parecer la vieja forma de hacer política no los deja ver, es que el voto es emocional, no racional. En el mejor de los casos existe una combinación de ambos factores, esto significa que a pesar de los esfuerzos de muchos, serán solo pocos los que realmente logren conectar con los usuarios de la red y es que no hay nadie que la tenga más difícil que los políticos y gobiernos, es tanto el desgaste y la poca credibilidad con la que cuentan que pareciera una tarea titánica.
Haciendo un recuento de lo sucedido en redes sociales en el pasado proceso electoral, no es suficiente subir publicaciones. Hay que ganarse la atención, el gusto y la confianza de las personas, y lo más importante: aportar valor; mientras eso sucede seguiremos viendo los intentos fallidos de muchos políticos, funcionarios y candidatos, hay algunos que a base de prueba y error parecen entenderle, tal es el caso de Vicente Fox, que de unas semanas a la fecha está muy activo en twitter y abrió recientemente su cuenta de Instagram; veremos qué pasa de cara a las elecciones federales 2024.
Las redes sociales en la nueva política nos han dejado ver que la foto del cafecito matutino no es suficiente para conectar con una audiencia y ganar elecciones.
¿Los políticos estarán dispuestos a innovar, a atreverse a ser realmente auténticos?. Y la pregunta más importante: ¿quién realmente está dispuesto a usar las herramientas digitales con la finalidad de impactar de forma positiva en la vida de las personas?, o ¿seguiremos viendo cómo solamente las usan para lograr favorecer a unos cuantos?
El tiempo nos dará la razón.