La historia de México, en tiempos del cuatroteísmo, transita entre conjuros, detentes, embrujos, maleficios, magia blanca y demás prácticas esotéricas que, si bien sirven de guion para una telenovela, son de poca utilidad para frenar la pandemia y para que los mexicanos alcancen una vida mejor.
Así, la lucha emprendida por el retroliberalismo obradoriano para acabar con el neoliberalismo, se sustenta en el hechizo del discurso presidencial, las consultas patito y la inconstitucionalidad de disposiciones y acciones para recuperar el mítico paraíso del Estado benefactor, hoy llamado de bienestar.
La clasificación de “maléficos” hecha en la pasada administración de las numerosas personas -207- a las cuales espiaba a través del programa Pegasus, es porque -de acuerdo al diccionario- se les consideraba como individuos capaces de causar daño al modelo de país al que aspiraban.
En la actualidad y según se afirma sin necesidad de recurrir a labores de espionaje, se etiqueta a quienes difieren de la óptica del presidente López Obrador como traidores a la patria -abogados, jueces y magistrados-, conservadores, minoría rapaz y machuchones -empresarios-, aspiracionistas -clase media- y un largo etcétera.
Esa versatilidad lingüística del primer mandatario también la ocupa, por un lado, para maldecir a sus oponentes y adversarios y, por otro, para resaltar las supuestas virtudes de su movimiento y de quienes han accedido a purificarse en las aguas cuatroteístas.
Así, a diario condena a quienes piensan diferente y a todos los mete en el perol de defensores de la corrupción. En cambio, cuando se trata de funcionarios y familiares procede a “hacerles una limpia”; magia blanca que les sirva de escudo protector y, de esa forma, evitar ser juzgados.
Sin embargo, los conjuros lopezobradorianos han resultado ineficaces, como todo su gobierno, para cumplir sus promesas. Y más que como anillo al dedo, la pandemia del Covid-19 le sirve como excusa y no debe extrañarnos si la ve como un maleficio de fuerzas oscuras, internas y externas.
Por más que en 2021 México pudiera alcanzar un crecimiento económico de alrededor del 6 por ciento, aún está lejos de compensar la caída acumulada de 9 por ciento en 2019 y 2020, por lo que será hasta finales del próximo año cuando alcance el nivel existente antes de su llegada al poder. Cuatro años perdidos.
Si algo distingue su estrategia de abrazos y no balazos en materia de seguridad, durante lo que va de su administración, son las 90 mil tumbas por los homicidios dolosos y una sociedad temerosa de ser víctima de la delincuencia y de ser un número más en las estadísticas de asesinatos.
Después de año y medio, le coronavirus ya pasó a formar parte de la vida cotidiana de los mexicanos. Oficialmente se reconocen 235 mil decesos y tal vez sean millones quienes sufren las secuelas de haberse contagiado.
Con la variante Delta adueñándose del escenario, las autoridades sanitarias apuestan más por la economía que por la salud de los mexicanos, con lo cual se confirma la inutilidad del semáforo epidemiológico y lo fallido de la estrategia seguida.
En medio de este panorama desesperanzador, se pone en marcha la serie -¿o será telenovela?- “Los maléficos”, en espera de encontrar la fórmula o el hechizo que impida ser un sexenio perdido, toda vez que el detente ha dejado mucho que desear en cuanto a su efectividad.
He dicho.
EFECTO DOMINÓ
Sin resultados tangibles, la visita de Tatiana Clouthier, secretaria de Economía, a Estados Unidos, se suma a la prórroga para abrir hasta agosto la frontera entre México y el país vecino del norte, a pesar de la vacunación masiva de mexicanos que se hizo en la franja fronteriza entre ambos países. Es decir, existen obstáculos serios para mejorar las relaciones económicas entre las dos naciones.
@Edumermo