Si algo distingue al presidente Andrés Manuel López Obrador es su tozudez y más cuando sus caprichos no se ven colmados conforme a sus deseos. En buena medida eso explica el relevo en la Secretaría de Gobernación, pues considera necesario tener a alguien con lealtad al máximo que le ayude a aminorar los estragos que causó con las demás fuerzas políticas y sociales.
Ello no debe interpretarse como sinónimo de moderación. Apretará y aflojará según las circunstancias.
En un primer momento, las tareas de Adán Augusto López Hernández se centraran en sacar adelante la ley secundaria en materia de revocación de mandato y que, marrulleramente, los morenistas quieren convertir en ratificación.
A ciencia cierta, este cambio en la alineación político-electoral tendría más que ver con los anhelos de re-invocación o redención presidencial ante las dificultades propias y ajenas para cumplir todo lo prometido o, al menos, tratar de expiar sus culpas por los pecados cometidos en la primera mitad de su administración.
En un segundo escenario, la sustitución de Olga Sánchez Cordero como responsable de la política interior estaría encaminada a jugar con las “corcholatas” que tiene a la mano, previendo el 2024.
La gobernabilidad y la sucesión estarán íntimamente interconectados en la segunda mitad del sexenio, por lo que es menester que la Secretaría de Gobernación tenga instrumentos suficientes para poder atender los conflictos que se avecinan por este entramado.
Es conocido que Sánchez Cordero, por decisión propia o por sugerencias externas, estuvo lejos de tener el control de los asuntos de su competencia. En realidad, su papel más relevante se dio en sus intentos por combatir la violencia en razón de género y promover acciones y medidas para alcanzar la igualdad sustantiva.
Los asuntos migratorios quedaron prácticamente fuera de su esfera, forzados por los acuerdos bilaterales con Estados Unidos, en los que la dependencia se subordinó a los lineamientos del vecino del norte.
El protagonismo de López Obrador también le quito relevancia a las funciones de Gobernación, y varios miembros del círculo presidencial quisieron y, a veces, lograron imponer criterios a Olga Sánchez, dando origen a varias fricciones, como la que ocurrió con el Consejero Jurídico, Julio Scherer.
De no corregirse estos y otros entuertos administrativos y de responsabilidad política, de poco servirá el relevo anunciado ayer por el primer mandatario, pues carecería de la fortaleza y la prestancia que se requiere para negociar con aliados, otros poderes y fuerzas sociales.
Por encima de las especulaciones futuristas que seguramente se desatarán en los siguientes días, lo real es que sin el rescate de las atribuciones que le son propias, la dependencia encargada de la política interior en poco contribuirá para revitalizar la democracia y la vida pública en el país.
La nueva conformación de la LXV Legislatura, obliga al gobierno de López Obrador a entablar negociaciones con los distintos niveles y órdenes de gobierno y con las fuerzas políticas, sin el sello personalista y chicharronero del jefe del ejecutivo si es que realmente quiere tener efectividad en lo que resta de su gestión.
¿El relevo es porque se ven problemas de gobernabilidad a futuro? Haber realizado cambio de cartas a mitad del camino indicaría que la segunda parte del sexenio actual no estará exenta de sobresaltos, sí no se le pone freno a los caprichos presidenciales
He dicho.
EFECTO DOMINÓ
En México hay más de 52 mil cadáveres sin identificar que yacen en fosas comunes y servicios forenses, señaló exprimiendo Nacional Por Nuestros Desaparecidos de México, que agrupa a más de 70 colectivos.
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